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Como profesores e investigadores de relaciones internacionales y asuntos globales en la academia colombiana es frecuente encontrarse con cuestionamientos sobre la causalidad del relativo bajo perfil del Estado en los escenarios multilaterales. Así mismo, se discuten otros aspectos del ámbito regional que, si bien están ligados con la política internacional, también conciernen a las naciones y la diversidad de actores parte de la sociedad civil, desde una perspectiva de corresponsabilidad. Las respuestas a tales interrogantes se orientan, en gran medida, a las carencias constatables en un importante sector de los tomadores de decisión y creadores de políticas en el país y la región.
Ante el citado panorama, tiempo atrás se abrieron espacios convenientes para las discusiones entre los múltiples actores que hacen parte del ejercicio político relacionado con lo internacional. A nivel regional no es nuevo adentrarse en estas conversaciones. Desde los años setenta (siglo XX) se dio la apertura a la conversación sobre el rol que debería desempeñar América Latina en relación con los actores más poderosos e influyentes.
Desde la creación de la Asociación Mexicana de Estudios Internacionales (Amei) en 1982, pasando por el nacimiento del Área de Relaciones Internacionales de la Facultad de Ciencias Sociales (Flacso) en 1984, hasta encontrarse con establecimiento de la Asociación Brasilera de Relaciones Internacionales (Abri) en 2005, el proceso de avance en materia académica ha arrojado interesantes resultados. Para el caso colombiano, solo hasta 2013 fue instaurada oficialmente (con personalidad jurídica) la Red Colombiana de Relaciones Internacionales, RedIntercol; lo que obedece a una tradición bastante ensimismada no solo de la nación colombiana sino de la misma academia.
Ese recuento es importante porque resulta útil para demostrar que las preocupaciones por lo internacional, así como por la manera de gestar las estrategias estatales (políticas exteriores) para enfrentar lo que el complejo sistema internacional develó, fueron asunto focalizado en algunas áreas geográficas específicas de la región latinoamericana. Colombia, por tanto, apenas se insertó en esas discusiones ya bien entrados los años noventa y durante lo que ha transcurrido del presente siglo; hecho que puede explicar su limitado perfil internacional.
A pesar del rezago experimentado en algunas naciones, la academia regional, y cada vez más la colombiana, promueve la conversación entre quienes estudian lo internacional y quienes actúan desde la orilla gubernamental. Los representantes del Gobierno, líderes de sectores dinámicos e influyentes de la sociedad civil, tomadores de decisión, asesores y consultores en políticas públicas, cuentan esta semana con un espacio interesante y apropiado para la comprensión de lo global, con el desarrollo de la conferencia internacional de RedIntercol y el capítulo latinoamericano de la International Studies Association (ISA).
La Pontificia Universidad Javeriana abre sus puertas en Bogotá para albergar estas conversaciones que, de manera expedita, facilitan la posibilidad de acercarse y comprender lo global de mejor manera. Una academia crítica y analítica, pero al tiempo constructiva y propositiva facilita que los perfiles internacionales de los Estados latinoamericanos abandonen sus anquilosadas posiciones. Corresponde a los Gobiernos entenderlo como una opción.
