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Análisis 08/08/2023

El camino del arquero

Lewis Acuña
Periodista

A los 17 años Paulo Coelho fue internado por sus padres en un manicomio. Las causas aludidas para la psicosis diagnosticada era que leía y escribía mucho, además de no tener facilidad para socializar. “Inmadurez, rebeldía, incapacidad para adaptarse a la sociedad, irritabilidad y actitudes radicales y extremistas”, diría la historia clínica, que agregaría la receta médica a la que fue sometido: Lexotanil (medicamento para la tensión psíquica, la ansiedad y el nerviosismo que en dosis altas tiene un efecto sedante) y tratamiento de electrochoque. Tres veces escapó del lugar y tres veces fue devuelto, hasta 1967, cuando fue “dado de alta”, pero en realidad -en una osada metáfora- pareciera que le aflojaron un tornillo.

Pedro Queima y Lygia Araripe, sus padres, lo formaron en un hogar de creencias religiosas muy estrictas y soñaban para él un título de ingeniero al que temieron que no llegaría por su devoción a la literatura, que ante los ojos de sus convicciones no solo era subversiva sino casi pornográfica. Fue ese sentido religioso el que los condujo a internarlo en el centro de salud mental y a él, a la rebeldía inimaginable para los principios de sus padres.

En 1974 fue encarcelado por las letras de canciones que escribió para Raúl Seixas, pionero del rock en Brasil, y en contra de la dictadura militar. Seis meses de terror que tampoco menguaron su rebeldía y con los que parecía -a ojos de papá y mamá- que definitivamente perdía el tornillo y todo asomo de integridad moral.

Los que siguieron fueron años en las brasas del infierno. Probó todo tipo de drogas, experimentó la homosexualidad, tuvo dos matrimonios “poco ortodoxos” y se unió a una secta satánica, hasta 1982, momento de su epifanía. Se calcula que fueron 41.500 los judíos asesinados en el Campo de Concentración de Dachau entre 1933 y 1945. Y ahí estaba 37 años después Coelho. Ahí tuvo un momento de lucidez que lo devolvió al camino del cristianismo militante de sus padres y -aunque no fue nunca el ingeniero que soñaron- sí se convirtió en el gran constructor del genero de autoayuda a nivel mundial.

40 años tenía al publicar su primera obra en 1987. Siendo pesimistas, su fortuna hoy es de US$500 millones y ha vendido más de 300 millones de libros.

“El camino del arquero” es el más reciente, en el que asegura que “un tiro correcto y certero es muy diferente a un tiro con paz en el alma” y es una fábula sobre encontrar el camino propio.

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