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Analistas 10/03/2025

Desintoxicarse

Lewis Acuña
Periodista

La heladería al lado de su casa parecía inofensiva, pero resultó ser el inicio de un largo camino de excesos. Mónica pasó de ser a los 13 años una niña sana y delgada a vivir en una constante lucha con su cuerpo. Helados cargados de brownies, leche condensada, chips de chocolate (entre otras muchas opciones) se sumaron a las empanadas, las papas fritas, los croissants y las gaseosas del colegio. Todo formaba parte de una rutina diaria que, sin darse cuenta, estaba intoxicando profundamente su cuerpo. Este estilo de vida la llevó al sobrepeso en plena adolescencia, pero lo que más daño le hacía era el peso emocional. Sentirse insegura, compararse con otras jóvenes y experimentar frustración constante frente al espejo, se convirtió en su rutina diaria.

Al llegar a la universidad, rodeada de compañeras delgadas, el malestar aumentó. Dietas extremas, restricción calórica intensa y ejercicios compulsivos solo la hundieron más en el ciclo tóxico que pretendía combatir. Las dietas nunca funcionaron, eran insostenibles, y la culpa de no poder mantenerlas la empujaba a episodios compulsivos. Mónica vivía intoxicada no solo físicamente, sino también emocionalmente, atrapada en pensamientos obsesivos sobre comida, apariencia y autoestima.

Todo cambió radicalmente cuando se mudó a Londres y entró por primera vez a un supermercado especializado en alimentos orgánicos y saludables. Allí experimentó una revelación al ver comida que invitaban a nutrir el cuerpo en lugar de castigarlo. Despertó y poco a poco pudo incorporar cambios en sus hábitos, introduciendo alimentos frescos, semillas y frutos secos. En lugar de restringir, ahora nutría, en vez de pelear contra su cuerpo, empezó a escucharlo; sin embargo, su desintoxicación real fue aún más profunda.

Tras la muerte de su mamá, Mónica enfrentó uno de los duelos más duros de su vida, que le reveló la importancia de liberar emociones reprimidas y enfrentar el dolor acumulado. En esa etapa -y tras haber acudido a nueve terapeutas- decidió probar el Kundalini Activation Process, una técnica que activa la energía vital estancada, permitiendo liberar traumas y emociones bloqueadas.

Fue en un retiro en México, donde al fin experimentó una liberación profunda. Movimientos involuntarios, meditaciones intensas y catarsis emocionales marcaron el camino hacia su auténtica desintoxicación espiritual. Allí comprendió que no se trata solo de lo que comes, sino también de cómo gestionas tus emociones, las heridas del pasado y el estrés acumulado durante años. Ese retiro la ayudó a soltar cargas que ni siquiera sabía que llevaba consigo.

Regresó transformada y entendió que desintoxicarse era un acto integral.

Sanar su relación con la comida había sido crucial, pero insuficiente. La verdadera transformación llegó cuando decidió enfrentar todas las emociones reprimidas, permitirse sentir sin juicio, dejar de ignorar el dolor y usarlo como herramienta de crecimiento. Esa experiencia tan poderosa se convirtió en su propósito de vida. Se dedicó a transmitir lo aprendido, combinando alimentación saludable con prácticas emocionales y espirituales para ayudar a otros a vivir vidas libres de intoxicaciones, y eso es lo que enseña en su libro Desintoxícate, “Resetea tu cuerpo y despierta tu poder de sanación”.

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