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Tribuna Universitaria 22/11/2017

Museo de Los Niños: descansa en paz

Leonardo Gómez Jiménez
Profesor de Medios Digitales
Analista LR
La República Más
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¿Cómo podemos ser un país innovador sin espacios destinados a la ciencia? Esta semana después de 30 años cerró las puertas nuestro único museo infantil. Hace 20 años trabajando allí como Guía, todos los días recibía un grupo de 20 niños de todas las edades y estratos. Todos iban con una sola intención: la de aprender jugando.

Ese era el mágico Museo de Los Niños. El Distrito (y ojo que esto viene desde la anterior administración) nos dice que no nos preocupemos, que van a montar allí un moderno parque infantil público y gratuito. ¿Perdón? ¿Qué tiene que ver un museo con un parque público? La consigna del Museo era acercar a los niños, por medio del juego, a los conocimientos de ciencia, arte y tecnología. Iban a jugar, a saltar, a gritar, a reírse, y sin darse cuenta ya habían aprendido los principios básicos de física: mientras jugaban con un espejo aprendían el trabajo de la reflexión y la luz. Mientras se balanceaban y se mareaban asimilaban los principios de la fuerza, las palancas, la energía y el movimiento.

Podían tocar las exhibiciones, montarse en ellas. Era un maravilloso espacio lúdico guiado por un grupo de entusiastas universitarios. Al ser una visita guiada, implicaba aplicar competencias de disciplina, respeto, puntualidad, escucha, participación y seguir instrucciones (algo tan lejano hoy). ¿Cómo se puede lograr todo esto en un parque público gratuito? Una golosa pintada en el piso y un par de rodaderos que estarán llenos de grafitis a la medianoche no pueden compararse con un Museo.

Si el Museo que nunca fue gratis no fue sostenible, ¿qué podemos esperar del espacio gratuito que nos están prometiendo? Es populista pensar que es mejor algo gratis sin contenido que algo pago con buen contenido. Por supuesto que el Museo necesita modernizarse pues las exhibiciones que nos sorprendían a los niños de hace 30 años puede que ya no deslumbren hoy, pero la solución no es cerrarlo.

La recreación es necesaria, pero si le sumamos educación, estamos ganando doble. El mensaje simbólico también es triste. Las instalaciones del Museo fueron muy adelantadas a su época. Las zonas verdes, la arquitectura, el avión, los trenes, las estructuras transparentes y metálicas deberían ser parte del patrimonio cultural de los bogotanos. El acercamiento a la ciencia y la tecnología no se obtiene solo viendo videos en Youtube. Es necesario explorar, tocar, sentir y vivir. Este cierre más la reducción de 40% del presupuesto para Colciencias, más tomar $1,3 billones de ciencia y tecnología y transferirlos a infraestructura vial, muestra que no nos interesa la ciencia.

Queremos ser un país innovador, competir con las grandes economías del mundo y hacer parte de la Ocde, pero hacemos todo lo opuesto. ¿Cómo se puede ser innovador sin espacios que motiven la exploración? Y peor aún si les arrebatamos a los niños ese primer acercamiento. Descansa en paz querido Museo de Los Niños.

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