MI SELECCIÓN DE NOTICIAS
Noticias personalizadas, de acuerdo a sus temas de interés
La Convención de Asobancaria en Cartagena se realizó en el mejor momento. Los bancos, que son indispensables para el crecimiento económico, han superado los días difíciles y están listos para apoyar al empresariado en la generación de riqueza, empresa, empleo e igualdad.
Banqueros, empresarios, expertos economistas y autoridades de supervisión asistieron a la cita para intercambiar ideas y críticas con el objetivo de construir un mejor país. También asistió el país político. La oposición se expresó con vehemencia ante una posible ruptura institucional, por la inminente expedición del decreto de convocatoria a la consulta popular. El Gobierno, sin embargo, parece no entender la gravedad de sus acciones.
Con ese telón de fondo, la Convención tuvo la oportunidad de oír a varios precandidatos presidenciales. Hay de todo y para todos los gustos. Hay candidatos que quieren dar balín; otros, que quieren reducir el gasto y atacar la corrupción, sin disminuir el gasto de los entes de control; otros, que enfocan todo en la familia y en tener más hijos para poblar el país; algunos expertos en cifras y economía; otros que anhelan implementar seguridad física y jurídica; unos liberales humanistas; otros que dicen una cosa, cuando antes decían otra; unos que quieren crear oportunidades para que todos sean ricos; otros que defienden el Estado de derecho y la institucionalidad; algunos que creen que la crisis fiscal no es grave y quieren garantizar derechos; otros de difícil venta en campaña, pero buenos ejecutores; algunos que quieren desmarcarse del Gobierno; y otros que quieren bajar impuestos, etc.
En este contexto, el Nobel de Economía, Paul Romer, realizó una presentación en la que expuso un “plan de negocios” para el éxito de un país, que deberían tener en cuenta los precandidatos presidenciales. Para Romer, el éxito de una nación implica el respeto al estado de derecho, la estabilidad macroeconómica, la acumulación de capital físico y humano, la apropiación de la mejor tecnología y la innovación. Para su implementación, deberíamos tener, más que un presidente, un gerente. Un gerente que entienda su deber con los accionistas, respete los estatutos sociales, garantice condiciones de seguridad para la inversión, y promueva y permita la acumulación de riqueza material y humana, entre otros aspectos.
Como estamos en democracia, el pueblo debe votar para escoger al Presidente. No obstante, sería ideal que los ciudadanos votaran como si Colombia fuera una empresa. Esto implicaría que, para elegir al gerente, deberíamos actuar como un cazatalentos y evaluaríamos criterios objetivos de educación, liderazgo, experiencia, visión del negocio, trabajo en equipo, ética, reputación, credibilidad, formación de equipos y resultados comprobables, entre otros. Nuestro gerente tendría que tener competencias técnicas y habilidades personales. No solamente debería ser conocedor del oficio, sino también un “buen hombre de Estado” con una elevada inteligencia emocional, capaz de inspirarnos y ayudarnos a crecer como nación.
No sería una labor fácil, aunque sí necesaria, pues la situación política y económica es crítica y exige contar con el mejor de los gerentes. Se requiere utilizar los criterios objetivos de un cazatalentos, como si Colombia fuera una empresa, y escoger al gerente que pueda implementar el “plan de negocios” para el éxito nacional propuesto por el Romer.
El Gobierno tiene los instrumentos para afrontar los retos fiscales sin activar la cláusula. Lo que se requiere hoy es una gestión responsable y coherente que refuerce la credibilidad del marco fisca
Este debilitamiento de legitimidad democrática, sumado a polarización creciente, es terreno fértil para los liderazgos autoritarios
La normatividad asociada a la Regla Fiscal permite activar el desvío temporal del cumplimiento de las metas fiscales, en el caso de que ocurran eventos extraordinarios, o que comprometan la estabilidad macroeconómica del país