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Analistas 18/02/2022

Las calidades y cualidades del futuro Presidente

Juan Pablo Liévano Vegalara
Exsuperintendente de Sociedades

Pronto decidiremos quién será el próximo Presidente. Es una responsabilidad grande y, antes de elegir, además de los programas de gobierno, deberíamos pensar en abstracto sobre las calidades y cualidades que debería tener un Presidente. Es parecido al análisis que hace una compañía cuando buscan un CEO, es decir, un candidato que reúna las condiciones personales y profesionales que hagan posible la materialización de la estrategia y el desarrollo adecuado del negocio. Así, deberíamos pensar en las condiciones profesionales y personales del futuro Presidente, sin descartar, por supuesto, los factores relacionados con el sustrato ideológico que definan el rumbo y modelo de país.

En un estado social de derecho, considerando que el Presidente es Jefe de Estado y de Gobierno, el rol demanda conocimientos específicos y ciertas condiciones intrínsecas personales y profesionales. En el ámbito empresarial, son los valores fundamentales, las competencias técnicas y las habilidades blandas. Los primeros son aquellos que componen el tuétano fundamental de lo que define a esa persona y hace posible que tenga buen criterio o claridad entre lo bueno y lo malo, lo adecuado y lo inadecuado o entre lo legal y honesto y lo ilegal y deshonesto. Es, al fin y al cabo, lo que define si es una buena persona y su diligencia de buen hombre de negocios o Jefe de Estado.

Las segundas se relacionan con el conocimiento y la experiencia. En este sentido, es indispensable tener recorrido y bagaje. En otras palabras, que no se llegue a aprender, sino haber contado con un camino recorrido que garantice el conocimiento de la economía, la política, el Estado, los problemas y las necesidades de los ciudadanos y la forma en que funcionan y se engranan las instituciones.

Como dirían las abuelas: “que le quepa el país en la cabeza”. En el ámbito empresarial, es lo que señalan los expertos de gobierno corporativo como la especialidad, es decir, el conocimiento académico y la experiencia específica de la industria o el negocio. Las terceras, las habilidades blandas, son las destrezas de comunicación, relacionamiento, inteligencia emocional y liderazgo, entre otras. Un presidente, como un CEO, no gobierna solo, por lo que son de suma importancia las habilidades de crear, dirigir y motivar equipos de trabajo, contando siempre con el mejor talento. Igualmente, se requiere tomar decisiones, muchas veces difíciles, ceder y concertar, por lo que la inteligencia emocional es fundamental para guardar la calma y contar con una cultura de trabajo en equipo, respeto, comunicación y buen trato.

Al final del día, si confluyen los valores fundamentales, las competencias técnicas y las habilidades blandas, se puede ser un verdadero hombre de Estado, que tomará decisiones siempre pensando en el largo plazo, en beneficio del país y sus ciudadanos, y no de mera coyuntura por las necesidades de Gobierno. Una vez se surtan las consultas, podremos mirar con mayor detalle a cada candidato, su programa y equipo de gobierno y, sobre todo, si cuentan con los valores fundamentales, los conocimientos técnicos y las habilidades blandas que se requieren para manejar el Estado en el mejor interés del país y todos sus ciudadanos.

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