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Analistas 21/04/2023

Nunca es tarde para ser feliz

Juan Manuel Nieves R.
Estudiante de Comunicación Política
JUAN MANUEL NIEVES

Un amigo sacerdote que ronda los 80 años me dijo con gran convicción que planea retomar sus estudios sobre la figura de Jesucristo fuera del país y que también intentará reinventarse, adquirir nuevos pasatiempos e intentar ser más feliz.

La felicidad es el estado de ánimo más buscado por el ser humano, y aunque su criterio es subjetivo porque no a todos les hacen felices las mismas cosas, su búsqueda ha estado presente desde la existencia del hombre. En la filosofía griega, por ejemplo, Aristóteles argumentó que la felicidad es el fin último de la vida humana y se logra a través de la realización de la virtud y el logro del bienestar emocional. En la mayoría de las religiones, la búsqueda de la felicidad está relacionada con la conexión entre lo divino y la salvación.

Debido a su importancia y diversidad, es difícil establecer parámetros para la felicidad. Sin embargo, hay autores que coinciden en varios aspectos. Tal Ben-Shahar, profesor de psicología de la Universidad de Harvard, ha dedicado su vida a encontrar los puntos clave de la felicidad. Sonja Lyubomirsky, de la Universidad de Stanford, también ha profundizado en el estudio del mismo tema.

A pesar de sus diferencias, ambos han coincidido en tres puntos fundamentales. El primero de ellos es la gratitud. Cuando las personas se enfocan en las cosas buenas de la vida y no en lo que les falta, cultivan un sentido de gratitud y aprecian lo que tienen, lo que les da un sentido más pleno a la vida.

El segundo punto es vivir con propósito o tener metas claras. La investigación en psicología ha demostrado que las personas que tienen objetivos definidos y se esfuerzan por alcanzarlos tienen una mayor satisfacción con la vida y un sentido de control y autonomía. Las personas con metas trabajan hacia ellas y tienden a sentirse más empoderadas y capaces de manejar los desafíos diarios.

Otro punto es el cultivo de las relaciones interpersonales. El ser humano nació para vivir en comunidad, y las personas que logran conectarse con otros seres humanos y establecer un sentido de pertenencia disfrutan más de la vida. Por eso es importante mantener vínculos saludables con familiares, amigos, colegas y miembros de la comunidad. La vida social debe llevar a participar en actividades sociales, grupos de interés común, eventos y actividades deportivas.

El último punto es tener algún tipo de fe. La fortaleza espiritual lleva a tener una vida más plena, y lo más importante, adquieren un sentido de trascendencia que conlleva a superar más fácilmente cualquier adversidad.

Mi amigo sacerdote de 80 años tiene razón al continuar su búsqueda. Nunca es tarde para intentar ser feliz y cultivar nuevos aprendizajes y amistades. Al final de la vida, solo queda la familia y los amigos cultivados. Por eso, día a día debemos intentar maximizar esos momentos y tener claros los pilares expuestos por los expertos. A veces, pequeños cambios llevan a una vida más plena.

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