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Tribuna Universitaria 09/08/2025

Nos devolvieron la visa

Juan Manuel Nieves R.
Estudiante de Comunicación Política
JUAN MANUEL NIEVES

Durante muchos años, tener un pasaporte colombiano fue más un obstáculo que una puerta abierta al mundo. Hasta bien entrado el siglo XXI, más de 26 países europeos -incluyendo todos los miembros del espacio Schengen- exigían visa a los ciudadanos colombianos; viajar implicaba trámites engorrosos, entrevistas, certificados bancarios y, sobre todo, una desconfianza sistemática. La visa americana, por su parte, solía otorgarse por uno o dos años, con renovaciones frecuentes y sin garantías; para muchos colombianos, viajar era más una batalla que un derecho.

Esa percepción empezó a cambiar con los avances en seguridad, estabilidad jurídica y crecimiento económico; Tras más de siete años de negociaciones diplomáticas, la Unión Europea aprobó en 2015 la exención de visa de corta estancia para Colombia y Perú, medida que entró en vigor el 3 de diciembre de 2015, a partir de entonces, los colombianos pudieron ingresar a los 26 países del espacio Schengen por hasta 90 días sin necesidad de visado.

Fue un logro diplomático cimentado en la mejora del clima interno del país y en una nueva narrativa internacional: la de una Colombia en transformación. Como resultado, el flujo de turistas colombianos hacia Europa pasó de 160.000 en 2015 a más de 310.000 en 2019, según datos de Eurostat. Las oportunidades de negocios, los intercambios académicos y la conexión con el mundo crecieron significativamente. La movilidad dejó de ser un privilegio y se convirtió en una herramienta de desarrollo.

Sin embargo, en los últimos meses parece la situación está cambiando; países como Alemania y Polonia están reconsiderando la exención de visado para los colombianos. En Alemania, por ejemplo, mientras en 2018 se registraron 135 solicitudes de asilo por parte de ciudadanos colombianos, en 2023 la cifra ascendió a 1.300 y en 2024 superó las 3.500, de acuerdo con el Bundesamt für Migration und Flüchtlinge, Bamf. Colombia, catalogada por la Unión Europea desde 2016 como “país seguro de origen”, no debería ser fuente de solicitudes masivas de protección internacional. Pero los datos contradicen ese estatus y ponen en entredicho la confianza otorgada hace menos de una década.

En Polonia la situación también preocupa. Además del aumento en las solicitudes de refugio, han ocurrido incidentes de orden público y casos delictivos que involucran a ciudadanos colombianos.

La reinstauración de visado tendría consecuencias graves. En el sector turístico, el encarecimiento del proceso migratorio frenaría el crecimiento del turismo emisivo. En 2023, más de 10.000 estudiantes colombianos participaron en programas académicos en Europa; una visa limitaría muchas de esas oportunidades. En el ámbito empresarial, más de 1.000 compañías colombianas mantienen relaciones comerciales con Europa, y la movilidad es clave para la asistencia a ferias, cierres de negocios o inversión. Colombia ha dejado de ser un socio confiable. Y ese mensaje, aunque implícito, puede permear a otras regiones del mundo, afectando también relaciones con Norteamérica y Asia.

Mientras tanto, la Cancillería brilla por sus escándalos, quien debería estar defendiendo con firmeza nuestra reputación internacional, ha sido reducido a una pugna por pasaportes, los méritos han sido reemplazados por lealtades políticas y donde los embajadores designados ni siquiera cumplen con los requisitos mínimos para representar al país. En lugar de diplomáticos formados, se premia a activistas, a operadores políticos de campaña y a ideólogos sin formación ni experiencia en relaciones internacionales.

Si seguimos premiando la retórica por encima de la diplomacia real, no solo volveremos a las visas: volveremos al aislamiento y a la irrelevancia.