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Analistas 19/07/2022

¿Y ahora qué hacemos?

Juan Isaza
Estratega de comunicación

Después de las elecciones y sus resultados que preocupan a muchos y dan esperanza a otros, ha comenzado una necesidad por buscar la reconciliación desde diversos sectores políticos. Es claro que tras unas elecciones tan polarizantes, hace falta pegar de nuevo las dos mitades del país. En principio, uno pensaría que es trabajo de los políticos, pero creo que es un buen momento para que las marcas se pregunten sobre el papel que ahora pueden y deben desempeñar.

En muchos países occidentales, y Colombia no es la excepción, tenemos a un ciudadano profundamente desencantado de la política. Más allá de la reducción en la abstención, y más allá de que una segunda vuelta presidencial lo haya llevado a las urnas, se siente más lejos que nunca del sistema político.

Muchos han hablado de la crisis de la democracia. Se trata de un sistema del cual el ciudadano se siente totalmente desencantado. Según un estudio de Pew Research Center, en muchos países la insatisfacción con el sistema democrático alcanza las dos terceras partes de la población. Estamos ante una generación, particularmente los más jóvenes, que siente que el sistema como tal no funciona para generar los cambios necesarios.

La economía tiene mucho que ver. Los niveles de inequidad disparan la insatisfacción y en la mente de los más jóvenes se mezcla el concepto de libre mercado con el de democracia. Así que tenemos a un ciudadano que quiere simplemente cambiarlo todo, aunque ello pueda significar un salto al vacío. Muchas marcas, en cambio, han logrado con sus esfuerzos inclusivos y de aporte útil a la sociedad generar cambios reales en muchas comunidades, demostrando que la creatividad puede transformar actitudes y comportamientos.

Así que cuando nos preguntamos quién puede unir las dos mitades del país, no es exagerado pensar que las marcas puedan lograrlo. Las marcas son instituciones en las que el ciudadano ha depositado su confianza. Durante las primeras semanas de la pandemia vimos cómo la gente reconoció a las que los apoyaron y los acompañaron. El Barómetro de Confianza de Edelman nos ha mostrado consistentemente que la gente le cree y espera mucho más de las empresas que de los gobiernos.

La clave está en tomar posición, no en tomar partido. Tomar posición es reconocer la realidad del país y el sentimiento del ciudadano. Es invitar a la gente a unirse, es motivarlos a pensar en el futuro y ayudar a que los miedos se disipen. Es estar presente facilitando la reconexión entre las dos partes. Tomar partido, en cambio, es estereotipar al gobierno, deslegitimar a la oposición o sembrar el miedo por lo que pueda pasar.

Las marcas tienen una gran oportunidad porque tienen cercanía con el ciudadano sin ser parte del establecimiento político. Tienen la capacidad de convocar y de inspirar. No con mensajes vacíos o con canciones emotivas sino comprometiéndose realmente con el futuro. Pueden hacerlo destacando a aquellos colombianos que trabajan por el país, educando a los niños y jóvenes en los valores democráticos. Los tiempos pueden verse oscuros para muchos, pero las marcas tienen la posibilidad de encender la luz. El ejemplo de los primeros días de la pandemia nos lo demostró. Hay que actuar. Hay que unir. No sólo porque es lo correcto sino porque es lo más inteligente que las marcas pueden hacer.

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