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Analistas 15/02/2022

¿Volver a fumar?

Juan Isaza
Estratega de comunicación

Puede ser uno de esos efectos colaterales de la pandemia que quizás nos tardemos años en poder entender a detalle, pero hoy es una realidad: por primera vez en 20 años, las ventas de cigarrillos en Estados Unidos han vuelto a subir. No sabemos con precisión si es que los fumadores comenzaron a fumar más a raíz de la pandemia o que nuevos fumadores están entrando en el hábito. Quizás muchos que habían dejado de fumar, están siendo tentados de nuevo. En Estados Unidos, entre abril y junio del año pasado, las llamadas a las líneas de ayuda para dejar de fumar cayeron en 39%.

Hace unos días, The New York Times se preguntaba la razón para que esto esté ocurriendo en un artículo que titulaba ‘La nube de humo no es un espejismo’. Y tocaba directamente el punto clave: para los grupos más jóvenes ahora fumar ha vuelto a ser una moda. Citando al profesor de Salud Pública de la Universidad de Waterloo, David Hammond, explicaba que el declive que tuvieron las ventas de cigarrillos en las últimas dos décadas estuvo impulsado por los jóvenes, gracias a que no se iniciaban en el consumo. Algunos habían pasado a otras alternativas como el vapeo. Los cigarrillos electrónicos ya eran ampliamente cuestionados antes de la pandemia por su capacidad de atraer a los más jóvenes con su gama de sabores. Quizás eran una forma de iniciación que ahora ha migrado hacia los cigarrillos tradicionales.

¿Estamos involucionando? ¿La pandemia nos ha hecho perder el terreno que habíamos ganado en combatir hábitos como este? Es posible que sí. Pero también es posible que estemos ante un consumidor más indulgente, que ve esta etapa post pandemia como un espacio para controlarse menos: un momento para el placer después de tantas restricciones, temores y pérdidas. ¿O será que los niveles de ansiedad de los que tanto se ha hablado han contribuido a que se dispare el consumo de tabaco?

Los expertos piensan que la principal responsabilidad la tiene la presión de grupo. Eso quizás no nos parezca sorprendente pues siempre hemos sabido el efecto social en la adquisición de hábitos. La gente más joven reconoce que la reconfiguración de las relaciones a raíz de la pandemia ha hecho que surjan nuevas rutinas en sus contactos sociales y, entre ellos, está el cigarrillo. Para otros, el hecho de que los espacios sociales fueran al aire libre facilitó que volvieran a fumar, algo que en espacios cerrados como bares y restaurantes se había limitado en casi todo el mundo.

Es paradójico que mientras estamos hablando más que nunca sobre el autocuidado y somos más conscientes de la salud (al menos en teoría), más gente esté volviendo a fumar. Quizás la pandemia también nos hizo perder el miedo. Posiblemente nos sentimos más familiares con el tema de la muerte. Uno de los jóvenes entrevistado por The New York Times mencionaba los desastres naturales que están ocurriendo a nuestro alrededor y que ponen en riesgo la existencia del planeta, y se preguntaba si en todo caso nos vamos a morir, refiriéndose a fumar sin culpa. Puede sonar absurdo, pero vale la pena reflexionarlo, viniendo de una generación que tiene una visión tan pesimista del futuro y que siente que el planeta les vino con fecha de vencimiento.

Estamos ante un ciudadano que ha vuelto a fumar y eso significa que, con ello, está llenando un vacío que la pandemia creó o que, muy posiblemente, contribuyó a incrementar.

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