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Analistas 01/09/2020

¿Seremos mejores personas?

Juan Isaza
Estratega de comunicación

De manera natural, los seres humanos tendemos a ver el lado positivo hasta en los peores momentos. Y no es exagerado decir que los latinos tenemos acentuada esta capacidad. La pandemia y las cifras de desempleo, pobreza y recesión que nos está dejando el virus no son comparables con ninguna situación que hayamos enfrentado en las últimas décadas. Es por esto que, en una circunstancia como esta, vale la pena preguntarse de manera objetiva, si hay algo positivo que nos quedará de todo esto.

Hoy somos más conscientes de la importancia de los recursos naturales, por ejemplo. Según un estudio de Ipsos, a comienzos de la pandemia, se revelaba que 71% de los ciudadanos consideraba el cambio climático como una crisis tan o más grave que el covid-19. Así mismo, un análisis sobre la ‘nueva normalidad’ de la consultora E&Y contaba cómo 33% de los consumidores de ahora en adelante antepondrían antes de cualquier compra la pregunta por el impacto de esa compra en la sustentabilidad del planeta o en el bienestar de la sociedad.

No es exagerado decir que hoy somos más conscientes de nuestro entorno. El confinamiento hizo que muchos aprendieran el nombre de sus vecinos o incluso llegaran a ayudarse entre comunidades. Ha proliferado el uso de aplicaciones móviles que conectan a los vecinos de un mismo barrio, y hemos desarrollado una mayor sensibilidad hacia los productos locales. No sólo porque sentimos la obligación moral de ayudar a las tiendas del barrio o a la farmacia de la esquina para evitar que desaparezcan, sino porque en momentos como este, entendemos que cada compra es casi como un voto.

No es exagerado decir que a partir de ahora iremos al mercado como ir a las urnas. Pondremos en nuestros carritos aquellas marcas que hagan algo por nuestra comunidad, por nuestra ciudad o por nuestro país. El involucramiento de las marcas en la recuperación puede verse como un acto político, resultado de la presión de los grupos de opinión. Lo cierto es que los ciudadanos esperan hoy de las marcas tanto o más que del Gobierno. Y si bien esa conciencia puede llevarnos a una mayor polarización en muchos casos, también es interesante que el ciudadano compre de manera más informada.

Es posible que el esfuerzo por ser mejores seres humanos se esfume tan pronto aparezca la vacuna o cuando comience la recuperación económica, pero también es muy posible que toda esta crisis global y profunda deje una huella en muchas generaciones. En una encuesta desarrollada por la firma investigadora Gfk en junio pasado, un 49% de los latinoamericanos cree que a partir de la pandemia la sociedad será más solidaria. Sólo un 24% cree que no y un 28% dice no estar seguro.

Las marcas tienen hoy la inmensa presión de responder a las expectativas de los ciudadanos. Pero también tienen la oportunidad de ayudar a la gente en ese paso del individualismo al sentido de comunidad. Y creo que hoy les queda más fácil que antes porque si algo es evidente es que las marcas hoy son mucho más humanas. Les ha tocado saltarse procesos complejos y han tenido que romper muchas de las reglas que les restaban flexibilidad y capacidad de supervivencia. Y eso deja una huella también. Yo soy optimista. Creo que la nueva normalidad será, sin duda, mejor que la vieja anormalidad.

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