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Analistas 21/07/2021

¿En búsqueda de sentido?

Juan Isaza
Estratega de comunicación

Hace días le preguntaban al famoso historiador Yuval Noah Harari sobre el impacto que tendrá la pandemia en la historia. Comentaba que, curiosamente, la pandemia de 1918 se recuerda mucho menos, ha generado muchos menos libros y películas que las guerras mundiales, aunque generó muchas más víctimas. Decía que tendemos a olvidar un evento como este, que aunque hoy ocupa todos los titulares, tendrá que superarse y quizás las generaciones que vengan apenas tengan noticia de lo que hoy estamos viviendo. ¿Qué tanto la pandemia dejará una huella en nuestro estilo de vida y en nuestra forma de pensar?

La semana pasada, The Economist publicó un artículo sobre los cambios que traerá la pandemia en la sociedad y citaba al sociólogo Nicholas Christakis, quien habla de tres grandes cambios y es justamente uno de ellos “el giro en nuestra vida diaria hacia una búsqueda de sentido”. Lo cual podemos interpretar de muchas maneras. Para The Economist puede tener repercusiones como el hecho de que la pandemia ha hecho más religiosas a algunas sociedades o ha hecho que hoy se valore más a la familia. En realidad, el impacto es profundo. Hoy vivimos un cuestionamiento sobre el valor de las cosas materiales, las prioridades, el rol del trabajo o la importancia del contacto físico con las personas que queremos.

Aunque parecen cambios individuales, terminan por generar cambios en el colectivo. Políticamente, hoy somos mucho más sensibles a cualquier postura. Un estudio de Pew Research Center en 12 países del mundo, reveló que, en todos ellos, los ciudadanos sienten que hoy la sociedad está más polarizada. En Estados Unidos, por ejemplo, un 86% de los entrevistados sienten que su país está más dividido que antes del coronavirus. ¿Nos hemos hecho más políticos? ¿Somos hoy más activistas que ciudadanos? ¿Recurrimos a la polarización como una forma de sentirnos parte de un colectivo y por tanto más protegidos?

Probablemente sí. Queremos reafirmarnos mucho más en nuestra postura política porque sentimos la obligación de apoyarnos en un grupo que sentimos afín para protegernos de la otra mitad de la sociedad a quiénes vemos como enemigos. Y esto lo llevamos a muchos ámbitos. Las marcas, por ejemplo, sienten cada vez más presión por asumir una postura. Ya no basta con apoyar la diversidad sexual poniendo colores a su logo durante el mes de junio. Esto se convirtió en paisaje. Los ciudadanos piden acciones reales y más compromiso sobre las causas que dicen apoyar.

Volvamos a la pregunta original: ¿la pandemia nos hará mejores personas y mejores ciudadanos? Y a su vez, ¿las marcas saldrán de la pandemia siendo más humanas? Hasta ahora, parece que nos hemos hecho más intolerantes hacia las posturas contrarias. Tenemos menos apetito por la conciliación y por buscar puntos comunes. Las marcas tienen ahí la gran oportunidad. Alguien tiene que ayudarnos a gestionar las diferencias como sociedad. Si queremos que este momento de la historia no quede en los libros como el antecedente de mayores conflictos, tenemos que lograr que esa búsqueda de sentido nos haga pensar más en el futuro de todos. Es exagerado pensar que las marcas puedan resolver los problemas que los gobiernos no pueden, pero sí es cierto que podrían hacer más por exaltar rasgos sociales comunes y a tender puentes que ayuden a gestionar las divisiones sociales.

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