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Analistas 01/03/2023

Camino a la servitud

Con ocasión de la reforma a la salud, la reforma pensional y la toma de control de la regulación de tarifas de energía por parte del gobierno, no puedo evitar recordar las ideas de filósofo y economista austriaco Friedrich August Von Hayek, ganador del premio Nobel de economía en 1974. Hayek fue un abanderado del liberalismo político y económico.

En su obra cumbre ‘Camino a la Servitud’, Hayek nos advierte sobre cómo el socialismo se puede convertir en totalitarismo al entregarle al Estado demasiado poder sobre la economía y sobre la vida de las personas. El totalitarismo es un modelo de gobierno cuyo rasgo fundamental es el ejercicio del poder del Estado sin restricciones a través de la limitación de las libertades individuales y del disenso político.

A pesar de que a la izquierda latinoamericana le encanta presentar sus propuestas como altamente democráticas, la realidad es muy diferente. ¿Por qué? Porque según Hayek la planificación económica por parte del Estado reduce la libertad personal.

Por ejemplo y para no ir muy lejos, las reformas propuestas por el actual gobierno en materia de salud y pensiones lo que buscan es que el Estado sea el único prestador de estos servicios, eliminando así la posibilidad de que el ciudadano escoja como prefiere ser atendido.

Una sociedad liberal y democrática permite la libertad de escogencia mientras que algunas vertientes de socialismo, como las que vienen haciendo carrera en el vecindario, coartan la libertad de decidir por nosotros mismos.

Otra idea interesante en la obra de Hayek es que el socialismo planificador puede desembocar en una dictadura de una minoría. Cuando un socialista planificador llega al poder lo que típicamente hace es dictaminar lo que supuestamente es mejor para todos los ciudadanos a pesar de que muchos de ellos no votaron por él.

En una sociedad existen múltiples intereses y valores por lo cual no hay nada democrático en que el gobernante de turno le imponga sus creencias a toda la población. Además, no se vale decir, como lo sugiere el presidente actual, que el hecho de haber ganado la presidencia le da un cheque en blanco para hacer lo que quiera.

Puede que sus electores hayan votado por más Estado en la economía, pero no votaron por cada ocurrencia que tenga sobre cómo intervenirla. Como resultado de este frenesí planificador, una minoría terminaría tomando las decisiones por la mayoría con la excusa de que para eso fueron elegidos.

Hayek también nos alerta sobre la posibilidad de que en el socialismo nos terminen dirigiendo los menos competentes para hacerlo. El hecho de que un grupo esté tomando decisiones por los demás no necesariamente es malo.

Hasta puede que estos individuos sean benévolos e inteligentes. Desafortunadamente esto no suele ser lo que pasa. La gente con menos educación es la más fácilmente manipulada por la propaganda oficial y la más dócil a la hora de ser reclutada para defender a un régimen. De estas masas reclutadas para la causa usualmente terminan saliendo los líderes del futuro a pesar de que no tengan credenciales para gobernar. El requisito esencial es la lealtad al partido o al líder, no la preparación ni la experiencia.

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