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Analistas 21/10/2021

Que vuelvan las ferias y las fiestas

Juan Alberto Londoño Martínez
Ex viceministro de Hacienda

La reactivación de nuestra economía es un hecho, nuestro Producto Interno Bruto PIB, tendrá un crecimiento para los más moderados superior al 6% y para los optimistas será cercano al 9 o 10%. Lo anterior nos muestra que los días más duros de nuestra economía han sido superados, sin embargo, los efectos de la crisis que vivimos como humanidad están lejos de ser mitigados. Es por esto que debemos seguir trabajando en torno a la reactivación de las economías locales.

El consumo interno y la potencialización de las pequeñas economías locales, tiene que ser la apuesta por la generación de empleo, la salvación de los pequeños negocios que se vieron afectados en la pandemia, así como por la generación de recursos para las respectivas administraciones. Es por esta razón que debe hacerse un llamado a las autoridades locales para que reactivemos nuestra vida social y en especial todas las manifestaciones culturales de los territorios. Las fiestas y ferias son grandes dinamizadoras de las economías municipales y en algunos casos esa semana de celebraciones se constituye en el mayor evento económico de esas pequeñas economías y en la tabla de salvación de negocios que viven alrededor de esas festividades.

Las ferias de cada pueblo y de ciudad que tiene institucionalizadas sus manifestaciones culturales y que se vuelca alrededor de compartir, producir, consumir y generar empleo en torno a su cultura, deben potencializarse y deben promocionarse más que nunca. Las cifras globales de nuestra economía son alentadoras pero las actividades locales permiten esa bonanza de los pequeños negocios que viven en esas microeconomías, y que su sustento y utilidad gira únicamente en torno a esas fechas

¿Que sería de Manizales, Cali, Barranquilla, Popayán, Valledupar y Sincelejo sin sus ferias? El turismo que se genera en estas festividades mantiene vivos a una cantidad de comercios y sectores que se preparan alrededor de estas celebraciones durante todo un año. Perderían, tal y como ocurrió este año, la mayor fuente de generación de ingresos. Esto sin hablar de todos y cada uno de los pequeños pueblos que celebran sus fiestas una vez al año y que, si bien su actividad económica no se ve reflejada en la cuentas nacionales por su pequeña participación, viven una dinámica especial en estas fechas. Esta semana para cada uno de los negocios que viven de las fiestas, puede representar la utilidad de un año y un encadenamiento de valor de actividades que viven alrededor de ellos.

En 2019 tan solo la Feria de Cali, el Carnaval de Negros y Blancos y la Feria de Manizales movieron cifras cercanas a los $869.000 millones. Otro ejemplo de la importancia de estas festividades puede verse en que el Carnaval de Barranquilla movió en 2020 la no despreciable suma $308.000 millones, beneficiando a la industria hotelera, los comercios locales y los sitios de comida y entretenimiento, movilizando casi un millón de personas en los días de festividades.

Si así se ven las cifras en estas grandes ciudades, imagínense lo que implica cada una de estas fiestas, las de Manta en Cundinamarca, las del Espinal en Tolima y así en cada municipio; es el momento para que las personas regresen a sus regiones, compartan, disfruten, y contribuyan a generar ingresos en torno a las manifestaciones culturales propias de sus economías. La reactivación no la generan únicamente las grandes industrias, es necesario que les devolvamos la vida cultural a nuestros territorios para recuperar no solamente las relaciones interpersonales sino especialmente las oportunidades de trabajo e ingresos que tanto necesitan las regiones.

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