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Analistas 11/01/2023

Es hora de actuar

Juan Alberto Londoño Martínez
Ex viceministro de Hacienda

El año 2023 implica y trae consigo unos retos de talla mayor para el país, la sociedad, los ciudadanos y en especial para los dirigentes. La incertidumbre que genera el panorama político y el desempeño económico impone desafíos en un año complicado. Desde el Gobierno se requiere trabajar en la coordinación que no se ve, en plasmar sus ideas y discursos en políticas públicas ejecutables, así como en hechos concretos que el ciudadano de a pie entienda y apruebe.

Las expectativas creadas en torno al Gobierno del cambio del presidente Petro implican la responsabilidad de oír un clamor social, que de sentirse desatendido, puede llegar a convertirse en un estallido mayor al que vivimos en el año 2021, el pueblo está expectante frente a las promesas de cambio, esperan una nueva forma de gobernar, anhelan mayores oportunidades, mayor equidad y sobre todo, quieren tener la posibilidad de soñar.

Desafortunadamente, las expectativas se desvanecen por falta de concreción, por la contradicción constante al interior del Gobierno y su falta de claridad. Empiezan a sentir que el discurso del cambio fue una campaña de promesas difusas e irrealizables, solo discursos; ven poca preparación para ejercer el poder.

La decisión de prescindir de los técnicos y expertos con quienes cuentan las entidades es perder el conocimiento adquirido y querer empezar de cero. No hay tiempo para improvisar. No más cortinas de humo.

Los mercados se encuentran en una gran incertidumbre, las reformas adoptadas y las propuestas que se discutirán este año, en especial la reforma a la salud, la pensional y la laboral, generan preocupación frente a la capacidad del Estado de cumplir con sus fines. Se ve con temor el gran compromiso de gasto que viene asumiendo el gobierno sin el mayor rigor técnico y su respectivo hueco fiscal, valga recordar medidas como el subsidio al Soat o el millón de pesos mensuales para los gestores de paz. Estas decisiones y anuncios, ahuyentan la inversión y han generado indignación en los ciudadanos por su economía familiar y personal, pues ven los efectos en su vida cotidiana. Empiezan a entender las consecuencias de la falta de responsabilidad en materia fiscal. En su bolsillo sufren la inflación de alimentos, el alza del costo de vida que se verá en este primer semestre y el muy probable aumento del desempleo a causa de las políticas económicas adoptadas por este Gobierno.

De igual manera, observan con tristeza que las costumbres políticas que tanto rechazaron y contra las cuales votaron no han cambiado y ven como en los cargos públicos se nombran personas sin conocimiento, solo por relaciones de amistad. Así mismo, como los líderes del partido de gobierno, sin pudor alguno, renuncian a sus curules para seguir escribiendo guiones de novelas que sólo muestran el lado oscuro de nuestra sociedad, ven cómo improvisan con anuncios frente a la paz total que generan zozobra y desconfianza.

De otra parte, preocupa la ausencia de liderazgo y de voces críticas desde lo técnico que sin apasionamiento muestren los efectos de la política económica del Gobierno. Se ve con tristeza la confrontación visceral, sin argumentos y sin soluciones que reina en nuestras redes sociales, quieren mantener al país en la discusión o falso dilema entre uribismo y petrismo, que nos ha llevado a la ausencia de opciones para elegir un gobernante con las acreditaciones técnicas y morales que requiere este tipo de coyunturas. Se requieren líderes, ideas y trabajo en equipo. Preocupa tal y cómo se viene observado en este Gobierno, que la ausencia de trabajo en conjunto y de coordinación, pueden ser más graves incluso que las propias ideas.

Ya es hora de qué nuestros empresarios dejen la apatía, es necesario que intervengan en el devenir político del país y nos muestren opciones para proteger el empleo, generar crecimiento, contener la inflación y asegurar la salud pública. La política no se hace únicamente desde los cargos de elección popular, se construye día a día, y con militancia. Es hora de qué debatamos sobre ideas y no sobre dogmas. Es hora de actuar.

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