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Analistas 25/07/2024

La reactivación es invirtiendo

José Ignacio López
Presidente del Centro de Estudios Económicos Anif

La brújula de la economía parece estar afectada por un campo magnético, que mueve la aguja en varias direcciones. Mientras la industria y el comercio muestran cifras en terreno negativo, y la demanda de energía parece estancada, el indicador mensual de actividad del Dane sugiere un mayor dinamismo por cuenta del sector agrícola y varias actividades de servicios, como entretenimiento y administración pública. Estas cifras sugieren que la economía como un todo ya alcanzó un punto de inflexión y se prepara a crecer a un ritmo mayor. No obstante, las cifras en rojo de algunos sectores no parecen mejorar.

En este contexto se ha venido discutiendo una eventual política de reactivación. Con los lentes empañados debido a los indicadores mixtos, es difícil tener un buen diagnóstico. Pero a pesar de las cifras sectoriales contradictorias hay una señal inequívoca de preocupación: la caída abismal en las cifras de inversión.

Las cuentas del primer trimestre del año muestran que la formación bruta de capital fijo, que no es otra cosa que la inversión en maquinaria y equipo, viviendas y obras civiles, se encuentra 6% por debajo de los niveles prepandemia, 25% si incluimos inventarios. La inversión, a diferencia del consumo y del PIB, no ha podido recuperarse. La tasa de inversión, entendida como el ratio entre la formación bruta de capital fijo y el PIB, se encuentra en 17%, la más baja de la última década, y muy por debajo de los niveles de 24% a mediados de la década anterior, antes del choque de precios de petróleo de 2014-2015, la pandemia y la caída reciente. Sin inversión, no habrá crecimiento, y, por ende, no tendremos progreso en los indicadores sociales.

En este contexto el foco de una política de reactivación debe ser la inversión. Invertir, invertir e invertir. La caída en las cifras de inversión se explica por múltiples factores, entre ellos dos reformas tributarias que han elevado la carga tributaria y un aumento en las tasas de interés, que no solo corresponden a los incrementos de la tasa de política monetaria por parte del Banco de la República, sino también, y de manera más preocupante, a un aumento de la prima de riesgo país. Colombia paga actualmente 1% más en tasa de interés que Brasil, un país que tiene una calificación de riesgo soberana peor, y 1,7% más que Perú y Chile, antes referentes cercanos, hoy distantes. Factores como el empeoramiento en las condiciones de inseguridad, bloqueos constantes de vías, extorsiones, eternos procesos de licencias ambientales y problemas con comunidades, también contribuyen a un clima de inversión adverso

Las recetas de reactivación deben partir de la observación de que el espacio fiscal del Gobierno es nulo. Con las actuales primas de riesgo y el abultado déficit fiscal que exhibe Colombia, el keynesianismo no es muy distante del esoterismo. El Gobierno tiene que seguir ajustándose el cinturón y avanzar en la ejecución del limitado presupuesto de inversión, priorizando los proyectos de mayor impacto. No hay espacio para bajar la tasa de renta corporativa, pero si es posible diseñar un descenso gradual y uniforme para los próximos años. En el corto plazo podría haber espacio para incentivar la inversión con un menor costo fiscal mediante una fórmula de depreciación acelerada de activos productivos, como se hizo en el pasado y como de forma exitosa se aplicó recientemente en Estados Unidos.

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