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Analistas 29/06/2023

Fenómeno de El Niño

José Ignacio López
Presidente del Centro de Estudios Económicos Anif

El Fenómeno de El Niño, asociado a un aumento de la temperatura del océano Pacífico, está de vuelta. Para Colombia este fenómeno climático no es extraño. Todavía está fresca en la memoria los estragos causados por su aparición en 2015-2016. La Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos, Noaa, por su sigla en inglés, predice que durante el segundo semestre de este año el Fenómeno de El Niño tendrá una magnitud entre fuerte y moderada, similar a la observada en 2002, y menos intensa que la de 2015.

Como es bien sabido, en Colombia este fenómeno está asociado a un período de sequía que afecta particularmente la costa caribe. En otros países andinos, como Perú, El Niño está acompañado de lluvias en la costa pacífica y sequía en las regiones montañosas.

En nuestro país, en los últimos tres episodios de El Niño, de intensidad moderada a fuerte, se observó un aumento significativo en los índices de precios tanto para los consumidores como para los productores. Si el país no se prepara para mitigar sus efectos, es probable que tengamos un efecto similar durante el segundo semestre del año.

En el caso de los precios a los alimentos, un reciente informe del equipo de Investigaciones Económicas de Corficolombiana sugiere que la inflación podría aumentar a finales de 2023 en aproximadamente un punto porcentual como resultado del fenómeno climático y sus efectos adversos en la producción, resultado de la sequía. Los rendimientos de productos como el fique, la yuca, la palma, la cebada, el arroz, la papa y el maíz tienden a afectarse por la aparición del fenómeno. Corficolombiana estima que la actividad económica del sector agropecuario crece 0,5 puntos porcentuales menos en periodos del El Niño.

La buena noticia es que la evidencia también sugiere que el efecto en precios de productos agrícolas es transitorio y se corrige en promedio en cuatro meses posterior al choque. No obstante, tras un choque inflacionario que empieza a disiparse a un ritmo gradual, la noticia de nuevas presiones hacia final del año no es deseable. La inflación podría cerrar ligeramente por encima de 9,5% al cierre de 2023, como resultado de una desinflación de alimentos en los próximos meses, pero una resistencia asociada al aumento de los precios de la gasolina, la puesta en marcha de los impuestos a los alimentos azucarados y ultraprocesados en noviembre, y el efecto climático.

Por el lado de la energía, El Niño también genera presión sobre los precios debido a la reducción del recurso hídrico, el cual es el más importante en términos de generación en Colombia. La historia de los últimos episodios muestra que los precios de la energía aumentan simultáneamente con la aparición del fenómeno, y en esta ocasión ya estamos experimentando incrementos significativos en el precio negociado en bolsa, que en los últimos días se acerca a niveles de escasez de alrededor de $800 por kilovatio hora. En este aspecto, el Gobierno debe enviar las señales regulatorias adecuadas, permitiendo que los mercados operen sin restricciones y asegurando que las tecnologías complementarias a la generación hídrica, que brindan confiabilidad y respaldo al sistema eléctrico, estén suficientemente preparadas para enfrentar cualquier eventualidad. Esto incluye, por supuesto, la opción de importar gas para satisfacer una eventual demanda pico de las plantas termoeléctricas.

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