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Analistas 16/11/2023

Con la turbina de la inversión descompuesta

José Ignacio López
Presidente del Centro de Estudios Económicos Anif

Esta columna la escribo antes de que se conozcan los datos de crecimiento del segundo trimestre de este año. Si bien puede haber sorpresas, es muy probable que las cifras oficiales confirmen la desaceleración por la cual atraviesa la economía colombiana. En el preámbulo, se conocieron algunos datos sectoriales que sirven de mal augurio.

Durante el segundo trimestre del año y en términos anuales, las obras civiles se desploman 15%. A septiembre, la industria se contrae 7% frente al mismo mes del año anterior, y el comercio cae 9,3% para el mismo período.

Este retroceso en varios indicadores sugiere que la economía en el agregado está estancada. Después de una rápida recuperación en 2021 y 2022, la economía colombiana parece estar sumida en un letargo tras haber alcanzado niveles de expansión pospandemia récords en la región. De las economías comparables de América Latina, Colombia exhibe niveles de PIB 11% superiores a los observados en 2019. Le sigue Chile con una recuperación en niveles de 7%, Brasil de 6%, Perú 3% y México 2%.

Una economía estancada demanda acciones concretas de política económica y una mayor coordinación entre lo público y lo privado, con el propósito de retomar la senda de crecimiento. Pero más allá de los indicadores de coyuntura, preocupa el rezago que se ha venido dado en el componente de inversión.

Rutinariamente, llamamos inversión al ahorro financiero. Abrir un CDT, o comprar un activo financiero clasifica como inversión. Para la economía como un todo, la inversión se define como el uso de recursos en bienes y servicios que permite tener producción futura. En el léxico de cuentas nacionales a esto se le conoce como la Formación Bruta de Capital.

Dicho rubro cayó 24% en términos anuales durante el primer trimestre del año. Frente a niveles de 2019, la inversión en edificios y estructuras se ubica 30% por debajo. La inversión como un todo, excluyendo inventarios, se mantiene en terreno negativo, con el rubro de vivienda apenas 3% superior a los niveles prepandemia. El único componente que muestra una expansión frente a 2019 es el de maquinaria y equipo, con un nivel 23% superior al de 2019, pero en descenso desde diciembre del año pasado. Cuando comparamos las cifras de inversión fija en la región, Colombia en lugar de encabezar la lista, muestra el indicador de recuperación más bajo.

Es claro que el aumento de tasas de interés por parte del Banco de la República ha tenido un efecto adverso en las decisiones de inversión, pero el choque de tasas altas lo comparten muchas economías. Las razones detrás del deterioro de la inversión en Colombia relativo a países vecinos están en otro lado. Buena parte del aumento del costo del uso de capital en Colombia se explica por un incremento de la prima de riesgo, relacionada con la incertidumbre en la agenda de reformas y la persistente preocupación en materia fiscal y de financiamiento externo del país.

La incertidumbre legislativa y regulatoria es un freno de mano a las decisiones de inversión. Dos reformas tributarias pospandemia, que encarecen la actividad empresarial formal, están pasando también factura. Con el motor de la inversión descompuesto será difícil que el país retome tasas de crecimiento superiores a 3%, una vez se despeje los nubarrones de corto plazo.

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