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Analistas 25/02/2021

Bitcoin

José Ignacio López
Presidente del Centro de Estudios Económicos Anif

Bitcoin es el cripto-activo más conocido y de mayor capitalización en el mundo. El adjetivo de cripto no se refiere a su naturaleza críptica, sino a su característica de opacidad gracias a la encriptación basada en el almacenamiento descentralizado del registro de sus transacciones, el famoso blockchain.

Bitcoin, y sus fervientes seguidores, que en algunas ocasiones parecen más una secta religiosa que un grupo de inversionistas, tiene la aspiración de remplazar en un futuro, así sea lejano, las monedas emitidas por gobiernos soberanos.

Bitcoin, más que una moneda, es actualmente un activo especulativo. Recordemos que el dinero tiene tres funciones bien conocidas: medio de intercambio, unidad de medida y depósito de valor. El dólar es la moneda global porque satisface precisamente esas funciones en muchas latitudes: muchas transacciones ocurren en dólares, los precios de muchos bienes, incluidas las materias primas, están en dólares, y buena parte de los ahorros oficiales y de muchos hogares se encuentran en dicha moneda. En comparación, el Bitcoin se encuentra en pañales. Pocos bienes y servicios, así como precios, se pueden comprar o están denominados en Bitcoins.

Sin embargo, un número creciente de personas e inversionistas institucionales están acudiendo al cripto-activo motivados por su promesa de reserva de valor. De acuerdo con un reciente estudio del Centro de Finanzas Alternativas de la Universidad de Cambridge, el número de usuarios de Bitcoin a nivel global superó los 100 millones en 2020 frente a los 35 millones registrados en 2018. Hace pocas semanas, Elon Musk invirtió US$1.500 millones a través de su empresa Tesla, solo para afirmar días después que el Bitcoin lucía sobrevaluado.

Como activo, el precio del Bitcoin se sustenta en la expectativa de los inversionistas en su capacidad de preservar valor. En esta dimensión el cripto-activo es similar al oro, que, si bien tiene un uso industrial, deriva buena parte de su valor en la medida que es considerado un activo refugio. Esto implica que buena parte del precio del Bitcoin se sustenta precisamente en el entusiasmo de sus inversionistas y su apuesta en valoraciones futuras. Paradójicamente, esta confianza en su capacidad de preservar valor, puede ser un impedimento para que se convierta en una moneda para las transacciones del día a día. Si tengo plena confianza que mañana el Bitcoin será más valioso, ¿por qué lo usaría para comprar algo hoy?

Es muy probable que, en el actual contexto de amplia liquidez a nivel global, la euforia que llevó al Bitcoin a un nivel cercano a los 58.000 dólares hace pocos días se mantenga. No obstante, valoraciones adicionales sembrarán al mismo tiempo la semilla de futuras correcciones, como ha ocurrido en varias ocasiones durante este año y a comienzos de 2017, en una dinámica de precios estilo burbuja. La alta volatilidad de este activo deber ser una alerta para los inversionistas que quieran ahorrar en dicho activo, en particular en un país como Colombia, proclive a la búsqueda de soluciones mágicas para multiplicar la riqueza, como ocurrió con las pirámides.

Los verdaderos fanáticos de Bitcoin deberían ufanarse no por sus altos precios ni por comprar, sino por vender Bitcoins, es decir por su uso en las transacciones del día a día. Adicionalmente, los cripto-activos tendrán que adaptarse para reducir su intenso consumo energético, para que sean sostenibles.

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