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Donald Trump está libertando a América de los postulados del comunismo que se tomaron a Cuba en 1959 y se multiplicaron, tal como un modelo franquiciatario por los países de la región. El coherente Presidente de los Estados Unidos, está ad-portas de tomar una trascendental decisión de guerra, en contra de los ilegítimos regímenes narco-comunistas que lideran Nicolás Maduro en Venezuela, Díaz-Canel en Cuba, y otros. Con ella podría desencadenarse la liberación de los pueblos de América, del yugo del comunismo internacional. Trump defiende la seguridad nacional y las formas de vida estadounidense, enfrentando a los países signatarios de la “franquicia cubana”.
El modelo político-ideológico inspirado en la Revolución Cubana y guiado desde antes por la Internacional Socialista, fue adaptado e influyó la política de Canadá, Estados Unidos, México hasta la Patagonia. En estos países existen huellas que fueron trazadas por lo que pareciera un mismo molde: el de la “franquicia cubana”. El modelo que aplicarían los países franquiciatarios del comunismo implica la adaptación de la ideología marxista - leninista; la estrategia militar de guerrillas rurales y su entrenamiento; la inteligencia, logística y el adoctrinamiento; una red diplomática multiplicadora de la ideología; y, la exportación de cuadros enmarcados en médicos, maestros, asesores militares, políticos y jurídicos.
Sin perjuicio de lo heterogéneas de las condiciones del país receptor, los elementos de desestabilización en los países que pretendieron adoptar el modelo cubano han sido los mismos. A saber, el acceso al poder por la vía revolucionaria; las reformas constitucionales, la nacionalización de sectores estratégicos; la construcción de un partido único hegemónico; el control de los medios de comunicación; los programas sociales masivos y nutridos de subsidios, la militarización de los regímenes con colectivos; y la relativización de la propiedad privada. Todo lo anterior, por lo general, es aupado por una inversión de la realidad determinada por la narrativa del Gobierno, el sentimiento de desigualdad que inspira la lucha de clases, el antimperialismo y la eliminación de las clases medias independientes.
Es así como la plantilla comunista que tiene como cuota inicial el socialismo, hoy disfrazado de progresismo, es implantada. Los comunistas son sagaces al planear, compartimentalizar y ejecutar a largo plazo; y al mismo tiempo ser dinámicos para adaptarse a las características de cada país. Por ejemplo, en la aplicación de la plantilla, Colombia podría parecerse más a Cuba que la misma Venezuela. Si bien la “franquicia cubana” podría ser la misma a adoptar, las patologías del conflicto colombiano atizarían un fuego más voraz. En breve explico: antes de la llegada de Chávez al poder, Venezuela era un país rico; su arquitectura jurídica garantista, sus instituciones fuertes y su tejido social estaba compuesto por personas altamente formadas por el capital.
De ahí los retos que tuvieron para implementar el asistencialismo. En cambio, en Colombia, cuando los que “combinaron todas las formas de lucha” llegaron al poder, se encontraron con un país nadando en cocaína y en sus rentas; que junto con sus gentes violentas, y apáticas a la ley por la herida que dejan más de 60 años de conflicto, parecieran adecuarse a la medida de su propósito. Lo que fue el azúcar para sostener el régimen cubano y el petróleo para Venezuela, sería la cocaína, la minería ilegal y la trata de personas, para el franquiciatario colombiano.
No obstante, para los franquiciados hoy hay una esperanza militar que todavía no toca puerto en el Mar Caribe: el ejército más poderoso del mundo espera la orden de su comandante, El Libertador en ciernes, Donald Trump. La misma orden, que para Estados Unidos es materia de seguridad nacional, a los pueblos de América les permite soñar con derechos y libertades.
En este contexto, el papel de los expertos adquiere mayor relevancia. Contar con asesoría profesional facilita los procesos legales, fiscales y cambiarios que, aunque están diseñados para ser claros, pueden resultar complejos para quien llega por primera vez
El comercio no es una guerra silenciosa entre compradores y vendedores. Es un intercambio voluntario en el que ambas partes ganan, siempre