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Analistas 28/04/2016

Más allá de los ministros

Jorge Iván González
Profesor de U. Nacional y Externado
La República Más
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La creación de condiciones favorables para el posconflicto va más allá del cambio de ministros, y de la reorganización de las consejerías de la presidencia. Desde el comienzo de los acuerdos de La Habana, y por encima de las decisiones ministeriales, el Gobierno ha hecho una opción fundamental que ha marcado la política económica: “el modelo económico y social no se modifica”. Este principio rector se puede interpretar de dos maneras. Una, conservadora, que ha sido la predominante en el gobierno, supone que los cambios que habría que realizar son menores porque la tendencia general de la economía es buena. La otra, liberal, que se expresa de manera aislada y esporádica, acepta que el modelo capitalista no se tiene que discutir, pero sí llama la atención sobre la necesidad de hacer transformaciones sustanciales, que lleven a una modernización de la sociedad. En los planteamientos de las Farc no se busca cambiar el modelo económico y social. Apenas hay esbozos que indican su preferencia por la vía liberal.

El término “modelo” es muy ambiguo. Canadá, Estados Unidos y Colombia tienen un modelo económico capitalista, pero las diferencias entre los tres países son abismales. Si se aceptara la óptica liberal, se podrían hacer reformas radicales que acerquen a Colombia a la modernidad, sin que ello implique renunciar al modelo capitalista.

La interpretación conservadora, que se niega a realizar transformaciones, defiende un capitalismo premoderno, que no se parece en nada al de los países avanzados. Busca la permanencia de un estilo de desarrollo que permita mantener privilegios rentistas, que son propios de sociedades atrasadas. Esta visión se ha terminado imponiendo, ya que el Gobierno no ha optado por el camino liberal.

En medio de las tensiones, los ministros traen de halar hacia uno de los dos polos, pero todos tienen que aceptar, a regañadientes, las decisiones fundamentales de la política económica, que son conservadoras. Y como el ministerio de Hacienda lleva el liderazgo, las alternativas de corte liberal no prosperan. Los tropiezos no se presentan solamente en el campo de la política económica. También son evidentes en otros frentes como el ambiental y el agrario. Los viejos y los nuevos ministros terminan sometidos a los dictámenes de una postura conservadora, que no permite que se consolide un capitalismo moderno.

Sin duda, los nuevos ministros harán lo mejor para que su visión prime, pero el marco general es profundamente conservador. Algunas de las tensiones más evidentes son: 1) Desde una visión moderna el salario mínimo debería subir. Desde la mirada conservadora ello sería dañino para el empleo. 2) Para el pensamiento liberal moderno los tributos tienen que ser progresivos. Para el enfoque conservador, los impuestos no deben modificar la dinámica de los factores de producción. 3) La opinión liberal defiende el respeto a la naturaleza. En la mirada conservadora los temas ambientales no son determinantes. 4) Desde la perspectiva moderna, el ordenamiento del territorio se debe hacer reconociendo la dinámica del Sistema de Ciudades, y articulándolo a un desarrollo sostenible. El enfoque conservador, en cambio, se contenta con los débiles alcances de la Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial, y acepta con simpatía las Zonas de Interés de Desarrollo Rural, Económico y Social.

Con los nuevos ministros estas y otras tensiones que se han vivido durante los Gobiernos de Santos, no se resolverán por la vía liberal.
 

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