MI SELECCIÓN DE NOTICIAS
Noticias personalizadas, de acuerdo a sus temas de interés
El frustrado concierto de Kendrick Lamar en la capital ha trascendido las fronteras del mundo del entretenimiento y espectáculos musicales. Luego de la cancelación, una simple revisión de las bodegas de redes sociales permite concluir que el tema va más allá de los permisos y los requerimientos. Tantos trinos de internautas “indignados” con textos y numerales similares demuestran que hay una estrategia organizada para cobrarle al alcalde cualquier error, bien sea de un concierto, del Metro, de un viaje internacional o de cualquier cosa. A este paso las bodegas van a llegar pronto a insinuar que el Alcalde es el culpable del conflicto en Franja de Gaza también.
La instrucción es clara desde los directores de orquesta de las bodegas: como hay una campaña política andando todo bodeguero debe atacar a cualquiera de los alcaldes de las grandes capitales de manera sostenida y sistemática. No es casualidad que la misma semana de cancelación del concierto aparecieran las banderas “espontáneas” de Palestina en el norte de Bogotá de la mano de manifestantes presuntamente auténticos que nos hacen recordar los tenebrosos episodios de lo que se llamó “estallido social” por parte de un fragmento de la población. Ciertamente se van a enriquecer los fabricantes de banderas de Palestina. Bien por ellos.
Desde una visión técnica el funcionario Guillermo Escobar, quien es el director del Instituto Distrital de Gestión de Riesgos y Cambio Climático, Idiger, aseguró que la compañía productora del evento no entregó los documentos solicitados a tiempo. Según advirtió Escobar, el siguiente concierto importante, de la banda Guns N’ Roses está en vilo. El alcalde Galán explicó públicamente que de ahora en adelante las decisiones no se podrán tomar a última hora y que se debe revisar todo con cinco días de antelación. Me encanta el optimismo del Alcalde, pero me parece que esa es una solución insuficiente. Los problemas se deben arreglar con tiempo, planificación, trabajo en equipo y voluntad. Algo falló para que el Alcalde se enterara de la cancelación del concierto a pocas horas de su inicio ¿Acaso el director del Idiger no se habla con su jefe?
Ante tantas coincidencias lo que se debe hacer es encontrar la rueda suelta para evitar episodios similares en el futuro. Es muy posible que dentro del Idiger haya personas con agenda política. Recordemos que hace pocos días Bogotá anunció los detalles de una Alianza Público-Privada para construir un segundo estadio al lado del Campín en remodelación. Las marcas que están siendo contactadas para posibles patrocinios van a poner las decisiones en suspenso. Hay artistas que tienen conciertos agendados en otros escenarios que estarán llamando a los empresarios a averiguar por permisos y es posible que algunos se bajen del negocio. Este episodio no le sirve en general a la industria del entretenimiento a nivel nacional. No le sirve a Bogotá, no le sirve al país y no le sirve a la inversión extranjera ¿A quién si le sirve? Le sirve a los que andan desde ya en campañas de 2026 anticipadas y que creen que esto de atacar alcaldes les va a traer una gran votación. El Alcalde también debe apretar clavijas internamente para evitar, o al menos mitigar, la masacre digital que le tienen prefabricada.
El primer daño es el tránsito de la búsqueda genuina de la verdad hacia la imposición de la posverdad, donde los hechos dejan de importar y son reemplazados por narrativas conveniente