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Analistas 08/06/2017

La Cruz Arroja

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La Cruz Roja Internacional es una organización fundada en Ginebra, Suiza, en 1863, por un grupo de ciudadanos en favor de los militares heridos. Un año después, 16 países se juntaron gracias a la iniciativa de los suizos y configuraron la Conferencia Diplomática. En esta histórica reunión se firma un tratado detallado con protocolos alusivos al manejo de soldados heridos. Esta fue la primera versión del Convenio de Ginebra, inicio de lo que hoy conocemos como Derecho Internacional Humanitario. Actualmente la CICR es una organización multilateral, sin ánimo de lucro. En nuestro país ha participado, entre otros eventos, en la liberación de secuestrados por parte de las guerrillas.

La Cruz Roja, además de agrupar a 188 países, tiene representaciones regionales para cumplir sus objetivos. En Colombia, existe la “Sociedad Nacional de la Cruz Roja Colombiana” que es una institución privada de carácter humanitario, también sin ánimo de lucro. Tiene por finalidad “Prevenir y aliviar el sufrimiento de las personas en toda circunstancia”.  

La historia de hoy tiene que ver con la seccional Cundinamarca y Bogotá. Hace algunos años la compañía “Espacios Urbanos” se presentó para proveer el servicio de operación del parqueadero de la sede de la Avenida 68 en la capital. Como es normal, se firmó un contrato por cinco años y a medida que avanzaron los meses, la seccional amplió el acuerdo a dos parqueaderos adicionales. Espacios Urbanos invirtió un total de $180 millones en adecuar los espacios y proveerlos de tecnología para un servicio de parqueadero 24 horas. Dos de los tres puntos son de servicio de urgencias, o SAMU como se les conoce. 

Hace año y medio la Cruz Roja tuvo cambios internos y alguien decidió acabar el contrato a la mitad. Lo grave fue que terminó literalmente a las patadas. Sacaron al contratista sin previo aviso, cambiaron rejas, se saltaron procedimientos legales, no respetaron las cláusulas, no aceptaron conciliación, tuvo que intervenir la policía, los empapelaron en diferentes juzgados y ahora se exponen a un pleito civil y penal de cerca de $1.000 millones. ¡Hasta destruyeron la caseta del celador en pleno turno de vigilancia!

Me cuesta trabajo creer que los representantes legales de la seccional estén involucrados en este turbio asunto. Los señores Gabriel Camero Ramos, Javier Ponce Ordóñez, Jorge David Páez Monroy y la señora Truddy Martínez Ruiz seguramente se vincularon a la Cruz Roja para apoyar la misma idea que viene de hace más de 150 años desde la primera Convención de Ginebra. Razón tiene la Dian en querer vigilar los gastos de las fundaciones sin ánimo de lucro, que al parecer para algunos son negocios personales. Tanto dinero en efectivo nunca puede ser sano, igual que los casinos o iglesias de garaje. Por el desarrollo de la batalla se nota que esos parqueaderos deben ser negocio redondo. 

Este es el típico error de algún mando medio que no entiende la magnitud de una marca internacional como la Cruz Roja. Siempre se posicionaron a nivel mundial como una entidad con fines humanitarios, no por violentar los contratos de sus proveedores. Se supone que tienen fines nobles y no mercantilistas. Un contratista de parqueaderos expulsado a las malas, indica que ese mando medio dentro de la organización trabaja para otros objetivos. Jamás se hubiera imaginado uno que esta historia sucediera dentro de la Cruz Roja. Literalmente arrojaron a la calle a sus aliados.  La Cruz Arroja.

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