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Analistas 09/10/2020

Los libros se escuchan

Jorge Heili
Gerente de Estrategia Digital - Medios OAL
Analista LR

Todo comenzó con Johan Gutenberg, que gracias a su invento, la imprenta, el homo sapiens potenció el desarrollo cognitivo, cultural y espiritual más importante de su historia de 200.000 años. Si bien el origen de la escritura se remonta a unos 3.500 años AC con los sumerios a través de pictogramas, evidentemente quienes lo crearon debieron enseñarle a ciertas personas a “leer” esas imágenes.

En la Edad Media, el conocimiento estaba reservado para sacerdotes y nobleza. Ya en el Siglo XX, el acceso universal al conocimiento, la erradicación del analfabetismo en casi todos nuestros países y el desarrollo de la industria editorial con el acceso masivo al libro, nos ha permitido sumergirnos en los clásicos, en las novelas de verano, en el Código da Vinci y en los libros de autoayuda.

En 2007, la empresa Amazon presentó su primer e-reader de “tinta electrónica” que se bautizó Kindle, un dispositivo que nada tiene que ver con una tablet, ya que su única función es descargarse libros, su pantalla carece de iluminación, por lo que “imita” la hoja del papel.

Lo curioso es que en 2008, Amazon adquirió una pequeña startup llamada Audible, una empresa que convertía los libros en audios leídos por buenas voces, es decir, solo un año después de lanzar su producto estrella Kindle, se empezaba a pensar en la idea de “audiolibros”. No es que haya sido una innovación revolucionaria, porque en EE.UU. existía la tradición de libros grabados en casetes.

En la columna anterior mencioné que el audio vive una segunda edad de oro, y el concepto del audiolibro se está convirtiendo en una gran alternativa para las personas que están en movimiento y que con sus audífonos pueden disfrutar de una novela o de Harry Potter que se convirtió en un audio digital de ocho horas 55 minutos de duración, protagonizado por actores ingleses y que se puede comprar online.

Los libros se imprimen, se suben en archivos para e-readers, y ahora se editan en audio. En 2017, la industria del “audiolibro” facturó US$2.500 millones en EE.UU., en 2019 bajó a US$1.200 millones pero se disparó en otros países como Alemania.

Días pasados, Audible estrenó su tienda en España con 90.000 títulos disponibles para los usuarios que se suscriban por €10 mensuales. La propuesta no es solo libros, también podcasts, una oportunidad para productores independientes de ficciones sonoras, investigaciones periodísticas, o shows deportivos como el del diario Marca que se distribuye exclusivamente en esa plataforma.

La editorial Penguin Random House presentó sus estudios de grabación para apostar fuerte por los audiolibros, luego de comprobar el éxito de ventas de “Sapiens”, de Yuval Harari en formato sonoro.

La era de la audificación está acelerándose en medio de tantas pantallas e imágenes; el sonido que promueve la imaginación, como lo ha hecho siempre la radio, se adapta a los audífonos de un smartphone, a los smart speakers o el altavoz de la computadora. Las empresas de radio están ante estos nuevos retos que exigen cambios en sus modelos de gestión, producción y distribución, porque podemos decir que “el audio se está volviendo omnipresente”.

Como dijo Alan Kay, “la mejor manera de predecir el futuro es inventarlo”.

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