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Analistas 18/02/2024

Analizando el Termómetro Económico de Colombia: ¿Calor o Frío?

Jorge Enrique Sáenz Castro
Asesor del DNP y profesor Esap
La República Más

Después de conocer la cifra de crecimiento del PIB para el 2023, que se situó en un modesto 0,6%, surge la pregunta de si este nivel de crecimiento es suficiente para mantener a flote la economía colombiana. Ante esta situación y a la espera de los resultados del primer trimestre del 2024, se plantea la posibilidad de iniciar un debate sobre si técnicamente la economía del país podría continuar desacelerándose y eventualmente caer en recesión durante 2024. Este debate se convierte en un punto de interés crucial para diversos actores económicos y políticos, ya que una recesión tendría repercusiones significativas en el bienestar económico y social del país. Es fundamental evaluar detenidamente los factores que han contribuido al crecimiento limitado del PIB y considerar estrategias proactivas para estimular la actividad económica y evitar un deterioro mayor en el próximo año.

En los círculos académicos y económicos, existe un acuerdo general sobre la definición de recesión "técnica", la cual se materializa a través de variaciones negativas interanuales. Sin embargo, resulta imperativo trascender las etiquetas convencionales y adentrarse en la complejidad de los indicadores económicos. La realidad actual va más allá de una visión simplista de recesión o no recesión; se hace necesario analizar las dinámicas estructurales, los cambios en la inversión y la calidad del empleo para obtener una comprensión más completa de la situación económica en Colombia.

Al analizar detenidamente la Tabla 1, se destacan tres momentos históricos de relevancia que se ajustan a la definición de recesión "técnica" o, al menos, se argumenta que cumplen con esta interpretación más rigurosa. Estos episodios históricos proporcionan un marco de referencia crucial para contextualizar la situación económica actual y determinar si realmente nos encontramos al borde de una recesión "técnica". Es fundamental no solo tener en cuenta la magnitud de las cifras, sino también comprender los factores subyacentes que podrían influir en la dirección futura de la economía colombiana.

Entre 1998 y 1999, Colombia enfrentó su última gran crisis económica del siglo XX, marcada por una disminución significativa en la producción, reflejada en la caída del Producto Interno Bruto (PIB) durante todos los trimestres de 1999. Además, este periodo estuvo acompañado por un notable aumento en las tasas de desempleo, que se mantuvieron en niveles elevados entre 1998 y 1999. Estos eventos revelaron deficiencias en la organización y control de las actividades económicas, especialmente por el fin del Sistema UPAC, dejando una marca significativa en la historia económica del país.

En el lapso correspondiente a los años 2020 y 2021, estuvo marcado por la irrupción de la pandemia de covid-19. Este evento tuvo consecuencias significativas, con una disminución del Producto Interno Bruto (PIB) durante tres trimestres consecutivos en el año 2020 y un aumento notorio en la tasa de desempleo, superando incluso los niveles registrados durante la crisis de 1998-1999. Estos indicadores reflejaron los desafíos económicos generados por la pandemia y las medidas de contención adoptadas para mitigar sus efectos.

Durante el tercer periodo, que engloba los años 2022 y 2023, se destacó por la reactivación de la actividad productiva, el aumento en las relaciones de consumo e inversión, así como el fortalecimiento de la confianza del consumidor. Durante el periodo postpandemia, se optimizó la capacidad instalada del sector productivo, contribuyendo a tasas de crecimiento positivas en 2022. Sin embargo, la situación en 2023 es motivo de debate, ya que, aunque los dos primeros trimestres registraron crecimiento positivo, la contracción observada en el tercer trimestre es un fenómeno reciente que amerita un análisis más detallado.

En 2023, la economía colombiana enfrentó diversos desafíos que podrían indicar un desempeño notable. Se ha observo un marcado endurecimiento de la tasa de política monetaria, mantenida entre 12% y 13,25%, implementado por el Banco de la República con el objetivo de anclar las expectativas de inflación hacia la meta del 3%. Este ajuste ha complicado el acceso a liquidez para hogares y empresas, dificultando la obtención de crédito bancario. Además, el conflicto internacional entre Rusia y Ucrania ha generado un aumento en los precios del petróleo, impactando los costos de producción intermedia de bienes transables en el mercado. Finalmente, la inestabilidad política generada por eventos recientes en el país y las elecciones territoriales de octubre añaden complejidad al escenario económico, requiriendo una evaluación detallada.

A pesar de que estos factores podrían sugerir un desempeño económico desfavorable, la situación no necesariamente indica una recesión en el sentido más estricto. Más bien, se evidencia una desaceleración en algunas de las principales ramas de actividad económica. Al analizar la evidencia y comparar el desempeño por ramas de actividad económica del PIB durante periodos de recesión estricta, como el fin del sistema UPAC y el periodo pandemia (2020-2021), con el periodo postpandemia (2022-2023), se concluye que la probabilidad de que la economía colombiana entre en una recesión técnica en el sentido más estricto no es muy alta.

Para respaldar esta última afirmación, examinemos las siguientes figuras que representan el comportamiento de las principales ramas de actividad durante los tres periodos que hemos estado analizando:

La Figura 1, que representa el comportamiento de las principales ramas de actividad económica durante 1998-1999, ofrece una visión de la evolución de agrupaciones clave afectadas por la recesión. La rama agropecuaria, silvicultura, caza y pesca muestra una recuperación seguida de una caída abrupta en 1999. Este patrón se repite en explotación de minas y canteras y servicios financieros. En contraste, electricidad, gas y agua muestran una tendencia inicial a la baja, pero mantienen un comportamiento positivo. En conclusión, este análisis destaca la complejidad de los factores que influyen en cada sector durante una recesión, subrayando la importancia de considerar múltiples variables para comprender el impacto económico.

Por otro lado, en la Figura 2, se puede analizar la tendencia de las ramas de actividad económica durante otro periodo de recesión estricta. Se observa una tendencia a la baja en las ramas de Agricultura, ganadería, caza, silvicultura y pesca, así como en Explotación de minas y canteras, que fueron las más afectadas, registrando un crecimiento negativo en todos los trimestres de 2020. No obstante, al examinar las ramas de suministro de electricidad y gas, actividades inmobiliarias, actividades financieras y de seguros, y administración pública y defensa, se evidencia un comportamiento a la baja en los dos primeros trimestres, pero en el tercero y cuarto muestran un crecimiento positivo en la mayoría de estas ramas de actividad económica.

Y en la Figura 3, no se evidencia una tendencia clara para el año 2022, sino más bien una estabilidad que apunta a un crecimiento moderado en algunas ramas de actividad económica, tales como Agricultura, ganadería, caza, silvicultura y pesca, explotación de minas y canteras, suministro de electricidad y gas, actividades inmobiliarias y Administración Pública y defensa. Esta situación difiere de los escenarios anteriores en los que se experimentó una recesión "técnica" en el sentido más estricto, ya que, en lugar de reflejar una tendencia a la baja, muestra un potencial crecimiento alcista.

En el contexto actual, es primordial resaltar que, a pesar del modesto crecimiento registrado en el año 2023, sería prematuro afirmar categóricamente que Colombia se encuentra inmersa en una recesión técnica. Se hace imprescindible considerar una amplia gama de variables y factores adicionales para llevar a cabo una evaluación precisa de la situación económica. En este sentido, resulta esencial no limitarse únicamente al análisis de los resultados trimestrales, sino también examinar las dinámicas estructurales, las tendencias a largo plazo y la interrelación de diversos indicadores antes de llegar a conclusiones definitivas sobre el estado de la economía colombiana. Además, es fundamental reconocer que el crecimiento del PIB es solo uno de los muchos aspectos que influyen en la salud económica general del país. Aspectos como el empleo, la inflación, la inversión extranjera, y la estabilidad política y social también desempeñan roles significativos en la determinación de la salud económica. Por lo tanto, se requiere una evaluación holística y profunda que abarque todos estos aspectos para comprender adecuadamente la verdadera situación económica de Colombia y orientar las políticas y medidas correctivas de manera efectiva.

Por último, es fundamental destacar la necesidad de mantener una política monetaria y fiscal coherente, junto con una ejecución más eficiente y de calidad del gasto público. Además, se requiere una disminución más significativa de las tasas de interés de política monetaria y la implementación de una política masiva de empleo para abordar la considerable cohorte de desempleados en el país.

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