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El pasado jueves, el presidente de Colpensiones, Jaime Dussán, dejó en W radio declaraciones peligrosísimas (pasaron más bien de agache) para nuestro ahorro pensional, confirmando nuevamente que el plan confiscatorio avanza firmemente.
Dussán celebró que Colpensiones está recibiendo dinero desde muchas fuentes (todas, por supuesto, nuestro ahorro) y que ya no necesitarán pedirle $35 billones al Presupuesto General de la Nación para sostenerse en 2026, sino menos, porque se financiarán con los recursos que les están entrando.
Se tomó dos minutos enumerando, con evidente emoción, sus nuevas fuentes de ingreso: los $12 billones que les llegaron por traslados pensionales (el doble de lo que esperaban), los $9 billones que pretenden recolectar obligando a los 45 mil trabajadores de alto riesgo de los fondos privados a trasladarse a Colpensiones, y -por supuesto- los billones que recibirán cuando “los 17.5 millones de afiliados a los fondos de pensiones pasen a Colpensiones con la reforma pensional”.
Ese es el botín mayor: $525 billones a noviembre de 2025, dinero que seguirá creciendo gracias a la administración de los fondos privados y que se convertirá en la principal fuente de sostenimiento de una pirámide pensional ya fracasada.
Excúsenme el coloquialismo, pero a Dussán se le hizo agua la boca mencionando todo ese dinero. ¡Un dinero que es nuestro y con el que planean pagar las pensiones actuales y el pilar solidario!
Sobre eso se ha referido varias veces. Como cuando afirmó que el ahorro de quienes estamos en una AFP iba a servir para “mermar presupuestos del PGN, contribuir con el pilar solidario y pagar el bono pensional”, o en esta última entrevista cuando sugirió que la entrada de nuevos fondos le dejaría libres los $10 billones que necesita para financiar ese bono.
Según Dussán, el ingreso de estos recursos y lo que esperan recibir el próximo año con la reforma “ha permitido que en el presupuesto del próximo año tengamos menos recursos del presupuesto general de la nación”. Es decir, como tendrán la plena disposición de nuestras cotizaciones, podrán usarlas tranquilamente para cubrir las obligaciones actuales y pedir menos presupuesto al PGN.
Pero el problema es gravísimo. En 2024, Colpensiones necesitó $17,3 billones del presupuesto para sostenerse. En 2025 pidió $25 billones. Y para 2026, si no logran confiscar nuestro ahorro con la reforma pensional, necesitarán $35 billones, según el propio Dussán.
En solo dos años, Colpensiones duplicó el presupuesto que necesitaba. El salto de 2024 a 2026 es un incremento del 102,3%. ¿Y aún así se atreven a decir que Colpensiones es autosostenible?
Eso es lo que ocurre cuando confiamos en sistemas pensionales que funcionan como una pirámide y entregan altos subsidios a quienes más tienen, justo cuando entramos en una terrible crisis demográfica.
Si la reforma se aprueba, tengan la certeza de que, como dijo Dussán, “ahí hay otros billones importantes que vienen a Colpensiones”, y con ellos sostendrán por algunos años ese sistema quebrado, pero a costa de nuestro ahorro.
El lío vendrá -como he explicado tantas veces- para mi generación. Cuando esos “billones importantes” se acaben y el déficit de Colpensiones ya no sea de 25, 35 o 50 billones, sino tan gigantesco que se vuelva impagable. Las cuentas de la lechera son el reflejo de esta estafa intergeneracional.
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