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Este domingo 19 de octubre tendremos las elecciones de los Consejos de Juventud en Colombia. El tiempo nos diluyó la ilusión que teníamos de que este tipo de procesos fueran un semillero de nuevos liderazgos. En realidad, han funcionado como semillero para la vieja política. O mejor dicho: han sido la Sub-20 del clientelismo.
Los Consejos de Juventud se reactivaron hace cuatro años, después de casi una década de inactividad. Este espacio de participación está dirigido a jóvenes entre 14 y 28 años que buscan representar a sus comunidades. Su función es velar por los intereses de la juventud y ejercer control político sobre los alcaldes locales o municipales, labor que no recibe remuneración alguna. En ese entonces, se eligieron a 10.837 consejeros.
Hace cuatro años, cuando tenía 15 y aún estaba en el colegio, vi la noticia de que los Consejos de Juventud volvían. Con mucha ilusión decidí aspirar en mi localidad, San Cristóbal Sur. Hacer campaña fue una experiencia maravillosa: hablé en colegios, después de clase iba a los conjuntos residenciales de mis amigos a tocar puerta a puerta para hablar con jóvenes y todos los fines de semana salía a los parques a dar a conocer mis propuestas.
¡Gané las elecciones, y mi organización fue la más votada de la localidad! Desde entonces, a nivel local, trabajé en la creación de dos frentes de seguridad, lideré el proceso de mejoramiento de la infraestructura y salubridad del parque público El Teñidero -frente a mi colegio- y participé en jornadas de descontaminación del río Fucha con la Fundación Planeta Casa Nativa. Pero, sobre todo, enfoqué mi trabajo en defender el futuro pensional de mi generación. En #NoConMiAhorro hemos visibilizado, desde las redes y hasta en un documental, cómo la reforma pensional nos deja sin permiso para envejecer.
Sin embargo, en retrospectiva, hoy reconozco que todas esas cosas pude haberlas hecho sin necesidad de una credencial. Desde mi experiencia, la existencia de este mecanismo no aporta verdaderamente a las ciudades, mucho menos cuando ya existen otros espacios como las plataformas de juventud y las juntas de acción local. Pero no solo no aportan. Para rematar, son costosísimos.
En julio, la Registraduría le adjudicó a Thomas Greg & Sons un contrato por $2,1 billones para organizar las elecciones de este y el siguiente año. De ese monto, $144.238.484.005 se destinarán exclusivamente a las elecciones de los Consejos de Juventud.
¡Más de $144.000 millones botados a la basura! Presupuesto que podría destinarse a cosas que realmente beneficien a los jóvenes, como por ejemplo, financiar los créditos educativos que tanto ha recortado este Gobierno. Y eso sin contar el dinero que las entidades gastan en promocionar estas elecciones ni los recursos que las administraciones locales asignan anualmente a proyectos que, al final, solo se ejecutan en el papel.
A quienes sí les han servido estos Consejos es a los partidos políticos, que los han usado como cantera de futuros ediles y concejales. Los han visto como un trampolín para vivir del Estado y no para velar por los intereses de la juventud. Prometían ser la cantera de una nueva generación política, pero han quedado reducidos, tristemente, en ser la Sub-20 del clientelismo.
El ciudadano común nunca las relaciona con el salario mínimo, pero vive sus consecuencias. Por ejemplo, puede complicar lograr la pensión para algunos Colombianos
Fue un milagro: todos trabajaron sin vanidad. Decidieron como primera conclusión apoyar con convicción a la policía y al ejército para volver seguro todo el país. Luego se pusieron de acuerdo en que la economía exige atención