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ANALISTAS 11/12/2025

El año que se va

Jerome Sanabria
Estudiante

Se va un año terrible para Colombia… uno en el que quienes somos más jóvenes vivimos por primera -y ojalá última vez-, lo que es ver asesinar a un candidato presidencial. Y peor aún, la indolencia de tantos que se burlan del hecho y de otros tantos que lo minimizan, a quienes parece habérseles olvidado lo sucedido.

Un año en el que, como lo mostró The Economist, las tomas guerrilleras se intensificaron y volvieron a normalizarse las recompensas por la cabeza de policías y militares. Mi generación vivió aquello a través de los recuerdos de nuestros padres quienes nos contaban sobre aquellos días como tiempos superados. Tiempos que nunca pensamos vivir.

Peor aún, el año en el que Gustavo Petro se despojó definitivamente de la majestad propia de la investidura presidencial. No guardó cordura ni prudencia y manejó con torpeza las relaciones con países estratégicos como Estados Unidos. Peleó con Trump por X, puso en riesgo el visado de millones de colombianos y llamó a los soldados norteamericanos a “desobedecer sus órdenes”.

Tampoco evitó escándalos. Hoy, internacionalmente, se habla de Petro como el presidente al que Estados Unidos le revocó la visa; el que está incluido en la Lista Clinton -listado de criminales asociados al narcotráfico, el lavado de activos y el apoyo a organizaciones ilegales-; el que fue visto tomado de la mano con otra persona diferente a su esposa en Panamá; y el que tiene a la primera dama viviendo en Suecia “rodeada de millonarios y en clubes privados”, según Expressen.

Petro se quitó todos los disfraces y mostró lo que es: un dictador solapado. Habló de la constituyente, intentó ponerla en marcha, lanzó la candidatura de Iván Cepeda-maestro del mal, frente al cual él es apenas un aprendiz-, llamó incontables veces a la “guerra a muerte” contra la oposición, avanzó con su plan confiscatorio y estatizador con la reforma laboral y pensional, y siguió destruyendo la salud con decretos que la desfinancian.

Fue también el año en el que se reveló que tiene pactos con la guerrilla para infiltrar la inteligencia del país, y peor, un año en el que la deuda sobre el PIB subió del 53 al 65%, en el que el país rompió la regla fiscal cerrando con un déficit del 8% y con el agravante de que el año entrante la deuda pública cerrará en 68 billones. Cifra nunca antes vista.

Y aun así, este fue un buen año para Petro. A pesar de todo lo anterior, y de tener ya siete exfuncionarios imputados por la justicia en apenas 39 meses, su candidato Iván Cepeda -el heredero- mantiene el apoyo del 30% del país.

El futuro de Colombia está en cuerda floja. Y si hoy seguimos a flote es gracias a la fuerza de las instituciones, especialmente el Banco de la República y la Corte Constitucional. Fuerza e independencia que desaparecerán si Cepeda es elegido y logra mayorías absolutas al nombrar a los nuevos miembros.

Y no se engañen: si gana Cepeda, el heredero de la “guerra a muerte”, no duden que intentará aniquilar a cada opositor, sea legal, moral o físicamente.

El año que se va es terrible, pero el que llega puede ser peor.

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