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Analistas 19/11/2022

Criptocriminales

Javier Villamizar
Managing Director

Durante 2022 el sector de las criptomonedas y en general de los activos digitales ha sido víctima de dos escándalos de grandes proporciones sólo comparables a lo que sucedió en 2014 con el robo de 850.000 bitcoins a la casa de cambio Mt Gox, cuyas repercusiones en la industria se sintieron por muchos años.

En mayo de este año, más de 40.000 millones de dólares se esfumaron de la noche a la mañana cuando la “UST”, una moneda estable algorítmica que a través de complejos cálculos estaba diseñada para mantener paridad con el dólar americano, colapsó estrepitosamente perdiendo todo su valor. La brutal caída de este activo generó pánico entre los inversionistas que se embarcaron en una venta masiva y que propiciaron una caída generalizada del sector.

Grandes inversionistas como Galaxy Digital, Pantera y BlockTower, vieron como sus posiciones se desvanecían en cuestión de horas, esto sin contar los millones de inversionistas privados que habían depositado sus ahorros en este promisorio activo digital.

Detrás del colapso de UST estaba su fundador Do Kwon, quien promocionó implacablemente un proyecto que tenía serias fallas estructurales desde su comienzo de las que nadie se percató. En medio de la crisis, Kwon respondió a los escépticos arremetiendo con ira y grandilocuencia. Lo que hizo Kwon estuvo muy mal, lo cual no significa necesariamente que fuera contra la ley. La gente hace cosas terribles todos los días, pero, por una u otra razón, esos actos no se consideran criminales. Y esto podría ser el caso con Kwon. Al igual que con otras personas que hacen cosas malas, Kwon sufrirá un gran daño en su reputación, pero, al menos por ahora, no parece probable que vea una celda de prisión en el corto plazo.

Desafortunadamente en el mundo de las criptomonedas, cuando llueve no escampa. Hace una semana, cuando el sistema financiero global parecía estar pasando por uno de sus peores momentos gracias a los elevados niveles de inflación y el prospecto de una etapa de recesión generalizada y las cotizaciones de las principales criptomonedas en términos de volumen y popularidad como lo son el ETH y el Bitcoin estaban tocando mínimos históricos, se presentó el escándalo de la casa de cambio FTX fundada por Sam Bankman-Fried, un emprendedor de escasos 30 años qiuen pasó de tener una fortuna de trece mil millones de dólares a tener cero en cuestión de días. Muchos piensan que la quiebra de FTX puede ser el momento “Lehman Brothers” de la criptoindustria.

Hace unos meses el señor Bankman-Fried (SBF) se codeaba con los grandes CEOs de las instituciones financieras más grandes del mundo, círculos en los cuales se hablaba de que FTX podría ser tan grande que compraría Goldman Sachs. Estos planes se fueron al traste cuando la compañía declaró que era insolvente y se destapó una olla podrida de actividades fraudulentas que incluyen el hecho de que FTX desviaba los fondos de sus clientes a una compañía hermana, Alameda Research para realizar transacciones de alto riesgo. Todo esto orquestado por SBF y su círculo cercano de ejecutivos que convenientemente habían establecido su residencia en las Bahamas, un paraíso fiscal con un sistema regulatorio poco sofisticado.

Desde que colapsó FTX, se ha generado un sentimiento palpable de desconfianza en el sistema y en el sector de las criptomonedas lo cual se refleja en los criptoinversionistas retirando sus participaciones de los grandes intercambios como Coinbase y Binance. Todo parece indicar que en el caso de FTX se cometieron innumerables abusos y crímenes financieros, amanecerá y veremos si el peso de la ley logrará que los culpables paguen.

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