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Analistas 18/09/2021

Conquistando el “metaverso”

Javier Villamizar
Managing Director

En cuestión de meses la Real Academia Española estará de seguro incorporando el término “metaverso” al diccionario como ha pasado ya con muchas palabras que el mundo tecnológico ha hecho que se vuelvan parte de nuestra vida diaria. El “metaverso” definido como un universo virtual donde no solo es posible comunicarse, sino también trabajar, socializar, jugar, ser propietario de terrenos y activos digitales, etc., está volviéndose una realidad a pasos agigantados.

El concepto fue acuñado en 1992 por el escritor estadounidense Neal Stephenson, en la novela ‘Snow Crash’, donde describía un espacio virtual colectivo compatible y convergente con la “realidad real”, es decir un mundo paralelo al nuestro donde seguramente las leyes básicas de la física no aplicaban pero los conceptos económicos básicos de propiedad y los mecanismos de comercio seguían siendo válidos.

El metaverso de Stephenson se concibió como un entorno urbano al que los usuarios accedían a través de gafas en terminales personales o públicas que les permitían aparecer como avatares recorriendo ese mundo e interactuando con otros.

20 años mas tarde, el “metaverso” es la próxima gran frontera del mundo digital y empresas como Facebook, Microsoft y Amazon parecieran estar enfocados en volverse pioneros en la conquista de este espacio. Para estas plataformas tecnológicas, el “metaverso” es una extensión digital del mundo físico que toma elementos de los videojuegos como el popular “Fortnite”, pero va mas allá al reproducir muchas de las dinámicas sociales de nuestro día a día, desde trabajar, construir edificaciones, ir a conciertos, carreras de caballos o salir de compras.

A diferencia de lo que pasa dentro de plataformas cerradas y videojuegos tradicionales, el “metaverso” está sustentado en la interoperabilidad entre plataformas y operadores permitir que los usuarios nos podamos mover con total libertad de una a otra, mantener la apariencia de nuestros avatares y usar los objetos digitales que hemos adquirido.

Aparte del carácter lúdico del metaverso y de su aplicación en el ámbito social y laboral, el “metaverso” puede convertirse en un espacio de trabajo industrial a gran escala, en el que se puedan simular sistemas complejos mediante gemelos digitales antes de ponerlas a funcionar en el mundo real.

La interoperabilidad debería garantizar a largo plazo que no existirá una plataforma dominante, sino que será una suma de espacios interconectados, como el internet que conocemos ahora, por donde podremos desplazarnos libremente.

El desarrollo de las tecnologías de procesamiento de datos y de aceleración gráfica sumadas a la masificación del uso de las criptomonedas y el “blockchain” se han convertido en el acelerador del “metaverso” en los últimos seis meses. En particular, los NFTs (non fungible tokens), estos elementos digitales que nos permiten registrar y autenticar la propiedad de un activo digital, han disparado la economía en el metaverso lo cual se refleja en los miles de millones de dólares que se han invertido en adquirir propiedades en plataformas como SandBox y Decentraland.

Un ingrediente clave de la tormenta que ha hecho estallar el interés por el “metaverso” y la especulación en activos digitales es en definitiva la pandemia, que ha potenciado el desarrollo de lo digital, la revalorización de las “criptomonedas” y la participación de artistas líderes en su sector que han visto el potencial de una nueva transformación de lo que entendemos como arte.

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