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El documento «Winning the Race: America’s AI Action Plan» es la nueva política del gobierno de Donald J. Trump para el desarrollo de la inteligencia artificial, IA. En su introducción, Trump manifiesta:
“Los avances en estos campos tienen el potencial de transformar el equilibrio de poder global, impulsar industrias completamente nuevas y revolucionar nuestra forma de vida y de trabajar. Mientras nuestros competidores internacionales pujan por explotar estas tecnologías, es un imperativo de seguridad nacional para Estados Unidos alcanzar y mantener un dominio tecnológico global incuestionable e indiscutido”.
Más que un plan de acción, esta iniciativa marca el surgimiento de una doctrina destinada a articular la urgencia estratégica de dominar la IA para asegurar el liderazgo geopolítico y la supremacía económica de EE.UU. y sus aliados frente a China.
En otros momentos de la historia, EE.UU. ha usado la misma lógica de emplear la superioridad tecnológica para redefinir la seguridad nacional, por ejemplo, la caída de la Unión Soviética se dio en parte por el proyecto popularmente apodado como “Star Wars”, el cual surgió en 1983 como consecuencia de una doctrina que buscaba neutralizar la amenaza nuclear soviética, en palabras de Ronald Reagan: “Recurramos a las mismas fortalezas tecnológicas que dieron origen a nuestra gran base industrial y que nos han dado la calidad de vida de que disfrutamos hoy… para darnos los medios para volver impotentes y obsoletas estas armas nucleares”.
El “America’s AI Action Plan” se despliega en tres pilares principales:
• Acelerar la innovación en IA: Eliminando trámites y reglamentos innecesarios, promoviendo el open‑source, fomentando la adopción en sectores clave y priorizando la manufactura de drones, robots, autos autónomos y nuevas tecnologías.
• Construir infraestructura de IA: Permisos ágiles para data centers, fábricas de semiconductores, e infraestructura energética, para asegurar las capacidades de cómputo.
• Liderar en diplomacia y seguridad de IA: Exportar el paquete completo de IA, reforzar controles de exportación, y conformar alianzas internacionales para contrarrestar la influencia adversaria.
Una de los elementos a destacar de esta doctrina, es la apuesta por la exportación de “paquetes completos de IA”. Precisamente, el 23 de julio se firmó la orden ejecutiva que promueve la exportación de tecnología de IA estadounidense, empaquetando las infraestructuras de centros de datos, suministro energético y redes de comunicación, con servicios de ciberseguridad y soluciones basadas en IA, buscando “que las tecnologías, estándares y modelos de gobernanza de IA estadounidenses se adopten en todo el mundo para fortalecer las relaciones con nuestros aliados y asegurar nuestro continuo dominio tecnológico.”
Competir en el negocio de infraestructura de IA con empresas estadounidenses ya suponía un desafío considerable; ahora, además, se deberán superar barreras de entrada aún más elevadas por los “paquetes completos” que integran los modelos de IA con la infraestructura. Para no quedarse rezagadas, las empresas de tecnología no estadounidenses tendrán que forjar alianzas estratégicas o establecer presencia local en EE.UU. y diferenciarse ofreciendo valor añadido en nichos específicos.
El Icbf, la Defensoría, los colegios, los centros médicos… todos hacen esfuerzos, pero la capacidad institucional es insuficiente frente a la magnitud del fenómeno, el abuso no siempre deja huella visible, y cuando deja huella emocional, casi nunca se denuncia