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Analistas 04/03/2021

Supply chain, tecnología y geopolítica

Hernán David Pérez
Asesor en transformación digital y productividad

El pasado 24 de febrero el presidente estadounidense Joe Biden promulgó una orden ejecutiva que busca evaluar y definir políticas para crear cadenas de suministro (supply chain) de base más amplia, resilientes y seguras, para los bienes críticos y esenciales con el fin de asegurar la prosperidad económica y la seguridad nacional.

En la promulgación de la orden ejecutiva, Biden enfatizó en la importancia de trabajar con naciones amigas y evitar que se utilicen las cadenas de suministro ubicadas fuera de EE. UU. en prácticas anticompetitivas por parte de terceras naciones, haciendo referencia entre otras a las dificultades vividas durante la pandemia del covid-19, tales como los problemas en el suministro de elementos de protección personal para el sector de salud, y más recientemente, el paro de múltiples industrias, entre ellas la automotriz, por la falta de componentes electrónicos.

En los próximos 100 días se debe realizar una revisión alrededor de las vulnerabilidades en cuatro sectores: ingredientes activos farmacéuticos, minerales críticos para los sectores de defensa y alta tecnología, semiconductores, así como baterías eléctricas de alta capacidad.

Adicionalmente, se otorga un plazo de un año para la revisión en detalle de las cadenas de suministros de otros seis sectores: base industrial para la defensa, salud y componentes biológicos, tecnologías de la información y las comunicaciones, energía, industria del transporte y por último alimentos y agricultura.

La evaluación incluirá un detalle de los materiales y componentes críticos en cada sector, la capacidad instalada y necesidades futuras, las necesidades en el desarrollo de talento e investigación, y un estudio de riesgos, incluyendo un análisis de las naciones proveedoras que son inestables o inamistosas y riesgos asociados al cambio climático.

Adicionalmente, se evaluará para cada sector la promulgación de nuevas políticas, tales como eliminar incentivos de impuestos para la producción en otros países (offshore) e incentivar la relocalización de producción hacia los EE.UU. (reshoring), desarrollar cadenas de suministro alternas con países aliados o dentro de los EE.UU., y reformas a tratados de comercio internacional, entre otras.

Si en los años 90 el desarrollo del Nafta por parte de los gobiernos de Bush y Clinton definió las bases de la política industrial y económica de los Estados Unidos y del mundo basada en el libre comercio, esta orden ejecutiva de Biden es el inicio de un cambio en la geopolítica norteamericana que tendrá efectos muy importantes durante varias décadas en el comercio internacional, la transferencia de tecnología y la migración del talento. Entre los efectos más importantes, visualizo los siguientes:

El auge del “tecnonacionalismo” en los países desarrollados, al fomentar la producción local en sectores estratégicos, y definir políticas para restringir la transferencia de tecnología a otros países, e incluso, prohibir la producción en el extranjero de componentes críticos, especialmente en los sectores tecnológico y de la salud.

Una nueva ola de desarrollo industrial en EE.UU., que impulsará la creación de empleo y atraerá la migración de profesionales y mano de obra de todo el mundo.

El desarrollo de una moderna base industrial en EE.UU. con capacidad remanente para el mercado exterior, que reducirá el déficit comercial norteamericano y llevará a la renegociación de los tratados comerciales.

El desarrollo de nuevas cadenas de suministro con naciones amigas y cercanas, lo cual se constituye en una oportunidad muy importante para el traslado de manufactura desde las naciones “inamistosas” hacia algunos países de América Latina, especialmente México y otros países que demuestren estabilidad política y económica.

Un cambio en la geoestrategia de EE.UU. alrededor del suministro de minerales, al pasar del aseguramiento de minerales energéticos al énfasis en minerales para el desarrollo de componentes tecnológicos y baterías de alta capacidad, dándole una nueva mirada geopolítica a América Latina y África como fuentes de suministro de cobre, cobalto, coltán, litio, estaño y grafito.

Finalmente, en lo que respecta a América Latina, hago un llamado de atención a nuestros gobiernos, gremios y sectores productivos alrededor de cómo nos vamos a insertar en el cambio que delineará los nuevos rumbos de la industria, la tecnología y el comercio global en los próximos años.

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