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Analistas 04/06/2020

El líder transformador

Héctor Francisco Torres
Gerente General LHH

Hace menos de cuatro meses el director de la OMS declaró la pandemia global y a partir de ese momento comenzamos a sentir que el mundo había cambiado para siempre. El mundo sí cambió de manera definitiva, pero no es del todo acertado atribuirle el origen de la crisis que vivimos al covid-19, pues desde hace un tiempo se había venido formando una “tormenta perfecta” y percatarnos de su magnitud real sí que nos tomó por sorpresa.

Ya el Foro Económico Mundial había advertido que la cuarta revolución industrial, más allá de los avances tecnológicos producto de la fusión entre los mundos físico, biológico y digital, tendría un enorme impacto sobre la forma cómo las organizaciones generan valor. Si a este hecho agregamos los cambios que el planeta ha experimentado en cuanto a sus dinámicas sociales y de mercado, la evolución en las expectativas de los consumidores, el auge de la economía “gig” y en general, el hecho de vivir en un mundo volátil, incierto, complejo y ambiguo (Vuca, por sus siglas en inglés), resulta sencillo concluir que el covid-19 llegó para convertirse en un catalizador inesperado de esa “tormenta perfecta” que ya se había formado y estaba creciendo.

Hoy estamos viviendo -y en muchos casos, sufriendo- los efectos de esa tormenta. Las organizaciones enfrentan la disyuntiva de adaptarse a la nueva realidad, o ser víctimas de ella. Esto implica acelerar sus planes de transformación, implementándolos ya no en años, sino en semanas, sin brújulas, sin mapas de ruta, sin antecedentes relevantes o planes estratégicos que permitan garantizar el rumbo acertado de la transformación. En los días que vivimos, la supervivencia de las empresas tiene unos componentes de incertidumbre y de riesgo que hace pocos meses no existían o no eran considerados relevantes.

El futuro de las organizaciones dependerá de su adaptabilidad, de su habilidad para transformarse a la velocidad requerida, del manejo de la incertidumbre y de su capacidad para aprender de los errores del pasado. Por lo tanto, es conveniente dejar de lado los conceptos tradicionales de reingeniería, reestructuración y reorganización y comenzar a actuar sobre la base de imaginar el negocio del futuro con creatividad, innovación y foco permanente en la renovación del compromiso de la fuerza de trabajo. Este cambio de mentalidad lleva a una pregunta obvia: ¿qué competencias deben desarrollar los directivos para liderar sus empresas en consonancia con los desafíos actuales?

En este sentido, el líder transformador tiene como responsabilidad fundamental cerrar la brecha entre la estrategia y la implementación, es decir, movilizar todos los engranajes de la organización para asegurar la ejecución oportuna de los planes. Y para esto no basta conocer a profundidad el negocio, establecer la estrategia, identificar las tácticas, facilitar el trabajo en equipo y la colaboración, acelerar el cambio e impulsar el desempeño, que siguen siendo habilidades esenciales, pero que deben complementarse con la capacidad para navegar en la ambigüedad, asumir riesgos calculados, imaginar el futuro, fomentar la participación, promover la evolución de la cultura organizacional y acelerar los resultados.

Para comenzar a desarrollar las nuevas competencias de los líderes transformadores, que parecen demasiadas, además de urgentes, pensemos, en primer lugar, en mejorar nuestra resiliencia para adaptarnos con rapidez y eficacia a las situaciones adversas y, en segundo término, en aumentar nuestra humildad para aprender de los demás, aceptar nuestros errores y capitalizarlos en pro de un futuro más brillante y soleado.

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