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Analistas 18/08/2018

Vivir con restricciones

Gustavo Moreno Montalvo
Consultor independiente

La población del mundo hoy, cercana a los 8.000 millones, es diez veces la de épocas de la revolución americana y la revolución francesa, 40 veces la de hace 2.000 años, y cinco veces la de comienzos del siglo XX. La de Colombia es más de diez veces la de hace un siglo. Los homininos se separaron de los antropoides, como el chimpancé y el gorila, hace siete millones de años, que es muy poco tiempo si se compara con los 4.500 millones de años de vida en el planeta tierra. Somos nuevos: hace 65 millones de años el impacto de un meteorito indujo perturbaciones en la atmósfera que oscurecieron la tierra durante dos años, lo cual significó la extinción de los saurios, dominantes durante casi doscientos millones de años, y abrió el espacio a los mamíferos.

Nuestra especie solo tiene unos 300.000 años, pero en los últimos 10.000, y sobre todo en los últimos 200, ha cambiado su entorno; si sigue la tendencia, puede causar su extinción.

La evolución tecnológica ha sido reciente: la edad de hierro sucedió a la piedra y al bronce hace poco más de tres mil años. En África, origen en última instancia de todos los humanos, solo se concretó hace unos quinientos años.

En América Precolombina se tallaba el oro pero no se usaba el hierro. Europa conquistó a América, Asia y África en cuatro siglos, desde hace quinientos años, con instituciones públicas monárquicas, alguna separación entre religión y Estado, y jueces dotados de cierta independencia. Las diferencias entre Europa y el resto del mundo se ahondaron con la revolución industrial, cuyas fases corresponden a las turbinas de vapor y la producción en fábricas, la electricidad y las telecomunicaciones, el uso del automóvil y la era del petróleo, y desde hace medio siglo la cibernética.

La especie humana ha sobrevivido a numerosas fluctuaciones climáticas, y a pestes severas, impulsadas por el crecimiento poblacional, la mayor movilidad geográfica y los procesos de urbanización en deficientes condiciones de higiene. Hoy el mundo padece la acumulación inaceptable de gases de efecto invernadero con serias consecuencias en el mar, la atmósfera y la tierra, la existencia de armas de destrucción total, los abusos de la tecnología sin fronteras, con riesgo de delito y pérdida de la intimidad, y la desigualdad creciente. Para defender los logros, y en particular el derecho al libre desarrollo de la personalidad, la humanidad debe ordenarse de forma que mitigue desperdicios, asegure la exclusión del uso de las armas fatales, integre sus procesos sociales y políticos, y aumente de manera significativa la productividad.

Todos los objetivos se pueden cumplir, pero urge impulsar un ordenamiento institucional congruente con los requerimientos que la circunstancia impone. El mundo entero debe asumir compromisos más allá de lo establecido por las autoridades hasta hoy, quizá por temor a perder popularidad. Vienen épocas de esfuerzo colectivos; se necesita además que una minoría, un tercio de la población, produzca, con apoyo de mucha más automatización, lo necesario para el sostenimiento de todos; la vida se alarga pero la fase productiva se acorta, por la necesidad de mayor preparación previa y la pérdida de vigencia más temprano. Entre más se demore la especie humana en admitir su realidad, más restrictivas serán las normas a las que será preciso someterse.

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