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Analistas 03/09/2022

Planeación nacional

Gustavo Moreno Montalvo
Consultor independiente

Planificar es importante para la gestión pública y privada. Por ello conviene formalizarla y establecer mecanismos adecuados para asegurar su eficacia. En Colombia se estableció el Departamento Nacional de Planeación bajo Lleras Restrepo. El Gobierno tenía a cargo presentar el proyecto de ley del Plan, acto administrativo a cargo del legislador. El esquema llerista, con planes a cuatro años que se aprueban en los primeros seis meses de cada gobierno, era adecuado en su momento, con economía protegida y sociedad en transición de rural a urbana. Hoy continúa en aplicación, pese a los cambios en el país y el mundo.

La transición del sistema de tasas de cambio fijas y limitaciones a los flujos de capital a tasas de cambio flotantes y libre flujo de capitales entre países, la reducción de los costos de transporte y la revolución en las telecomunicaciones obligan a revisarlo: el mundo se ha integrado, el flujo internacional de bienes, servicios y personas ha aumentado de manera significativa, y las circunstancias obligan a hacer ajustes de diversa índole sobre la marcha, muchos de ellos no anticipados.

Así las cosas, la planeación efectiva exige combinar largo plazo, flexibilidad y articulación adecuada entre lo público y lo privado, y entre gobierno central y regiones. Se deben hacer planes por lo menos a 10 años cada año y ajustar procesos y estructuras para lograr el desarrollo social y económico. Los 34 departamentos tienen espacio reducido, pues los municipios reciben en forma directa el grueso de los recursos de ingresos corrientes que redistribuye el gobierno nacional, y a cada departamento corresponde un municipio dominante. Además los ciclos de gobernadores y alcaldes no coinciden con el gobierno central. Se debe tener presente que las regiones, más que los países, compiten por inversión del capital internacional para aprovechar ventajas comparativas relativas.

El Estado es decisivo en políticas sociales, en particular en salud y educación, y en la provisión de normas, justicia y seguridad. El ejercicio para asignar recursos debe ser riguroso, con criterios claros pero sujetos a revisión sistemática: el dinero disponible es limitado y las regiones ofrecen oportunidades diversas, por lo cual los procedimientos para evaluarlas deben seguir reglas uniformes. Además se debe cultivar la innovación: solo el ámbito de lo público puede asumir los riesgos de financiar investigación básica, necesaria en el proceso de construir conocimiento; esto también exige método, con juicio de pares.

La planeación no se limita a asignar recursos: comprende elaborar cronogramas, identificar hitos para seguimiento, articular áreas e involucrar criterios para evaluar el desempeño. La preparación acertada aumenta la probabilidad de cumplimiento y facilita la revisión de tareas, pero es preciso ejecutar lo planeado en el tiempo y presupuesto definidos. De allí la importancia de establecer una estructura de control apropiada, vinculada a los procesos específicos desde su planeación, descentralizada pero articulada en lo funcional con la administración central: el entendimiento de objetivos y estrategias de los programas y proyectos por todos los participantes es clave para cumplir. Siempre habrá sesgos en la administración, pero la gestión profesional mitiga su impacto.

De todo lo anterior se concluye que es imperativo revisar las normas sobre planificación de lo público en Colombia.

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