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Analistas 29/09/2014

Se metieron al rancho

Guillermo Trujillo Estrada
Analista cafetero
Guillermo Trujillo
La República Más
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Precisamente la semana en que la Federación de Cafeteros anunciaba con bombos y platillos los resultados de las elecciones cafeteras, la Cámara de Representantes convocó a sesión plenaria un debate sobre café, con cuestionarios para el Gerente y el ministro de Agricultura, que no se compadecen con el buen momento que vive el café, y menos con tantos temas que apremian a los colombianos, de interés general, y que debería  abocar una plenaria de la Cámara que solo se reúne 20 veces en el semestre.

Seguramente desde que el ministro Juan Camilo Restrepo en 2012 incitaba a los parlamentarios a hacer debates cafeteros, aprovechando la puerta cerrada al diálogo en el  gremio para aquellos con pensamiento diferente, se generó el espacio para que en otros escenarios se debatiera sobre el café, y que servían para el lucimiento cafetero del Ministro y a sus propósitos políticos.

Esta citación a plenaria, parece que fuera una continuación de esa nunca vista intervención del congreso en los asuntos cafeteros, y que ahora, nuevos representantes a la Cámara - como si estuvieran en campaña - aparecen con un cuestionario, seguramente redactado a varias manos con dirigentes cafeteros insatisfechos, cuando ya han pasado tanto las elecciones a congreso como las del gremio.

Las elecciones cafeteras fueron la oportunidad para que todas las corrientes de opinión cafetera resultaran elegidas en los cuerpos directivos y el parlamento debe respetar que sea en el congreso cafetero en donde se discutan todos los temas que atañen al gremio.

Indagar sobre la disminución en el precio de los fertilizantes, la reingeniería de la Federación y la representatividad de sus dirigentes, después de elecciones, y cuando el Gobierno va a entregar el estudio de la Misión del Café, parece como el pago por una promesa a algunos electores cafeteros.

Preguntar por qué Colombia produce menos que hace 20 años, el único año en la historia de exagerada producción, es por lo menos poco serio. Así mismo, cuestionar sin fundamento sobre las nuevas variedades resistentes, cuando es Cenicafé el único centro que ha desarrollado variedades resistentes a la roya, con un granos de mayor tamaño y peso, y 20% de incremento en producción por árbol. La variedad Castillo puede llegar a representar fácilmente más de US$100 millones de ingresos anuales, lo que justifica de sobra reforzar el apoyo a ese centro de investigación.

Lo que sorprende es que seguidamente se hacen preguntas sobre la variedad Costa Rica, introducida al país de extraña forma, susceptible a la roya y rechazada por los grandes compradores de café especial por la escasa calidad de su taza, pero defendida por los que emprendieron esa aventura.

Cuestionar la importación de café para los tostadores nacionales es tan absurdo como pensar qué sucedería si se cierran las puertas al consumo de café colombiano en otros países. Esta inquietud ronda en la cabeza de proteccionistas a ultranza, que no han podido entender que el comercio internacional es de doble vía y que hace 200 años beneficia a los cafeteros con un mayor ingreso, y la industria nacional puede ofrecer a nuestro consumidor un producto más barato al mezclarlo con el colombiano.

Afirmar en el cuestionario que Colombia pierde mercado, es un absurdo, cuando toda la producción de café se vende.

El afán de plantear un debate de un tema tan específico en plenaria parece muy extraño, salvo que sea inducido para el lucimiento de alguien. El Congreso de la República debería hacer una pausa para permitir que los escenarios institucionales del gremio y de la administración del fondo parafiscal que orienta la política cafetera actúe, delibere, y tome las decisiones que más convengan a los agremiados y al país.

De lo contrario, estamos frente a un gremio renovado en la conformación de sus comités, pero con escenarios de discusión y análisis paralelos, que no respetan, o no creen que el Congreso Cafetero sea adecuado y  legítimo para la adopción de las grandes decisiones cafeteras .

Si no hacemos algo rápido que de espacio para expresar esas opiniones, tendremos que aceptar que “se nos metieron al rancho”.

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