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Analistas 25/02/2023

¿Reformas suicidas?

Germán Eduardo Vargas
Catedrático/Columnista

Celebro el primer aniversario de la despenalización del aborto. La Corte Constitucional habrá salvado a millones de hijos no deseados, aunque debería regular la concepción, pues la mayoría de los progenitores no tiene la capacidad emocional ni el soporte económico para criar en condiciones dignas/óptimas. Presidente, ¿Potencia Mundial de la Vida significa que superaremos la insostenible población de la miserable India?

Aunque prometieron que la «dignidad» se haría costumbre, esa palabra no se incorporó como eje del Plan de Desarrollo, y sus derivaciones apenas figuran 10 veces en aquel articulado. Ahora apuesta por la “paz total”, pero ignora la «mental»: por eso Duque-Gaviria invoca nuestro «suicidio», cuando aboga por el tóxico petróleo o las torturadoras EPS/IPS.

Colombianos, la violencia pertenece al podio de fallecimientos. Igual, la mayoría de los sobrevivientes sufre «discapacidad» adquisitiva o maltrato psicosocial; es víctima de hurto, padece de esclavitud (subempleo), o se hace adicta al consumo de sustancias psicoactivas -alcohol, drogas, comida chatarra o deudas-, para sobrellevar tantas carencias o paliar sus traumas.

El antiguo gobierno facilitó la violación del Derecho a Morir con Dignidad, emitiendo una resolución suicida, que aprovecharon los Comités Interdisciplinarios para condicionar-rechazar las recurrentes solicitudes de Eutanasia por Trastorno Mental, cuya causa-motivación demostró la Ley de los Pocos Vitales. Sabotean la Sentencia C-233-2021, que reconoce el sufrimiento psíquico de las enfermedades crónicas, como la ansiedad-depresión: pandemias que deterioran gravemente la calidad de vida.

Solo una minoría busca ayuda (Nota Estadística Salud Mental, 2021), y aprende que el “consentimiento informado” es autodidacta. Acaso descubre errores en sus diagnósticos, que no están sustentados con mediciones de referencia psicométrica, neurológica, de neurotransmisores y farmacogenómica. Los interventores tienen prescripciones automatizadas para atontar a los “pacientes”; y, afianzando esa indefensión, eluden los PQR o manipulan la multidimensionalidad del derecho a morir dignamente, para que el “cliente” no pueda exigir la adecuación del esfuerzo terapéutico ni renunciar a hipotéticas curas, aunque no quiera experimentar y se ampare en sus apreciaciones -iatrofobia, las terapias parecen anodinas, envanecidas o envilecidas; y las pastillas devienen en dependencia o alienación-, rasgos de personalidad -v.g. baja adherencia al tratamiento-, y creencias sobre vida digna.

Indignante, por caprichosa coerción-coacción, los Comités para Morir con Dignidad secuestran la autodeterminación, y rechazan deliberadamente la Eutanasia Psiquiátrica para quienes consideran la vida una agonía. Verdugos modernos, los obligan a suicidarse (Vigilancia de Intento de Suicidio, 2022).

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