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Frustrado el Sueño Americano, el «Entretenimiento» sustituyó al «Trabajo» como Factor de Producción, y se globalizó el Realismo Mágico de los arquetipos Influencer (Realities o Redes), Modelo (v.g. OnlyFans) y Capo (Narcotráfico o Corrupción).
La oligarquía normalizó la anarquía en el mercado, y la comisión de fraudes o abusos parece justificada porque «ganga» traduce pandilla. Los pérfidos contrapesos financieros atesoran riquezas inmorales, y el narcisismo impuso moda (https://www.youtube.com/ watch?v=arJLy3hX1E8). A propósito, ¿cuán propenso o permisivo es Usted, y su Empresa, hacia el fin del bien común y la manipulación como medio?
Desde la Gran Recesión, las corporaciones «supremas» empezaron a declarar que no sólo abogarían por los accionistas; sin embargo, el Gran Confinamiento demostró que siguen ignorando a los demás grupos de interés y evadiendo responsabilidades (Illusory Promise of Stakeholder Governance, 2020).
Condicionando la debida diligencia o inhibiendo la retroalimentación, los procesos de selección y bonificación de talento reforzaron la sumisión y el riesgo moral. De hecho, los candidatos fingen tanto como los empleados, quienes inicialmente parecen atentos, pero finalmente son hostiles o distantes, incluso con los clientes.
Así mismo, quienes por oficio deben vigilar o juzgar desarrollan sesgos de sospecha que fallan tanto como los «crédulos» (Applied Cognitive Psychology, 18/12/2020). Y los demás empleados cultivan la internalización o el autoengaño para proteger su imagen (soy buena persona, mi empresa es modélica), limpiar su conciencia (no fue mi culpa, hice lo que ordenaron), y persuadir a sus colegas o clientes.
Quizás identifique en su rutina alguno de los siguientes experimentos. Primero, aprovechaban una oportunidad de arbitraje haciendo trampa en una evaluación; orgullosos, aseguraban ser tan inteligentes como reflejaba el resultado (Temporal view of the costs and benefits of self-deception, 2011). Segundo, dado que ganarían comisiones por asesoría si vendían productos específicos, renunciaban a recomendar la mejor opción para sus clientes; igual, juraban que su comportamiento era íntegro (Bribing the self, 2020).
Ambas investigaciones reflejan a las Big Four, multinacionales de consultoría, auditoría y abogacía, que han protagonizado escándalos por «violar» reglas y «trabar» las pesquisas. A propósito, el presidente Petro debería prohibir o limitar la contratación estatal con esas firmas, tan costosas e inefectivas como la Contraloría.
Y se indignan cuando las cuestionan. Igual que las financieras y tecnológicas, cuando intentamos inquirir sus cajas negras, o los burócratas, quienes distorsionan la ética de las convicciones y la de la responsabilidad (La Política como Vocación, Weber); parafraseando a Voltaire, ahora la palabra político traduce «embaucador».
Concuerdo con Petro y Pacho Santos: eliminen la Contraloría y las Interventorías, pues el eterno amiguismo impuso tanta impunidad como la transitoria JEP. Ofrezcan recompensas al ciudadano o hacker ético que denuncie anomalías verificadas, como parte de un Sistema Integral Anticorrupción, e instituyan una Comisión Internacional Contra la Impunidad. Igual, esas medidas acaso permitirían corregir los desvíos en la ejecución de recursos: no la falta de pertinencia en su destinación original.
El primer daño es el tránsito de la búsqueda genuina de la verdad hacia la imposición de la posverdad, donde los hechos dejan de importar y son reemplazados por narrativas conveniente