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Los debates parecen partidos del mediocre torneo o seleccionado colombiano; abusan del Fair Play y la contra (Python, https://youtu.be/xpAvcGcEc0k). Además, los comicios son erráticos desempates por penales, entre la polarización y el abstencionismo.
Los *Titulares* del Centro Esperanza terminaron lanzando derechazos, y metiendo autogoles; revolviendo *fragmentos* de otros *partidos*, su presunto refuerzo, el filosofante Alejandro Gaviria, resultó ser el Caballo de Troya de la tradicional maquinaria. Resultadistas, todos especulan jugando al populismo, e intentan inducir al error arbitral. Alentados por Barras Bravas, Furibismo o Pacto Histérico, ningún Equipo por Colombia invita a la tregua (Golpe de Estadio, 1998), y es improbable que el Voto en Blanco los elimine. Carentes de competencias ciudadanas, consideren los 11 Poderes del Líder (Valdano, 2013). Según el empírico filósofo del fútbol, la *Formación* 4-4-2, con un rombo en el *centro*, permitía compactar al equipo, compensar los *extremos* y equilibrar las fases del juego, alineando a: Credibilidad, Estilo, Palabra, Humildad y Simplicidad, entre otros. Aunque ese Dream Team parece pertinente, preferiría convocar a los clásicos: aquellos que Python revivió en un estadio vacío (https://youtu.be/n2jT6BBoutc), usando togas, para enfrentarse en una final a los alemanes, que no portaban uniforme, tras haber vencido a los ingleses (Bentham, Locke y Hobbes).
En el 11 heleno, entrenado por Tales, se destacaban: Platón, Epicteto, Aristóteles, Sófocles, Epicuro, Heráclito, Demócrito, Sócrates y Arquímedes; contemplando La Escuela de Atenas (Rafael, 1510), asombra que no incorporaran suplentes. Entretanto, dirigida por Lutero, la titular local estructuraba un ofensivo 4-2-4, incluyendo a: Leibniz, Kant, Hegel, Schopenhauer, Wittgenstein (sustituido por Marx), Nietzsche y Heidegger.
Confucio era el juez central, y sus asistentes eran dos Santos: Tomás y Agustín. Tal como en los tragicómicos partidos colombianos, los 22 participantes permanecían ensimismados y deambulando (¿Uribe quiso decir “ojo con «los 22»”?). Las únicas emociones fueron una amonestación al Superman, y el inesperado gol de Sócrates, tras recibir un *buen centro*.
Objetando la posverdad, Kant alegó que el gol era ficticio; luego, Marx denunció que había Fuera de Lugar. Aunque la repetición demostraba la violación de esa Regla 11 -sin reproducirla de manera fidedigna-, el árbitro no tenía VAR. Igual, quizás esa ayuda tampoco hubiera servido para impartir justicia, pues, como ilustra un cómic existencial, Mundial de Filosofía: Alemania contra Francia (Mohler, No. 35), podrían argumentar que “la norma no era 100% clara” o que la tecnología “alienaba”.
Alguien dijo una vez que en “el fútbol jugaban 11 contra 11, y siempre ganaban los alemanes”. De manera análoga, nuestras elecciones las disputan los mismos clanes, y siempre pierden los colombianos. Recomiendo ‘Si busca la vida buena, ¡compre uno de nuestros estilos filosóficos!’ (Luciano, II d.C); así, una *bajasta* sería la metáfora ideal para la desvirtuada democracia y sus corrompidos partidos. Para festejar su treintena, Procolombia usó el devaluado símbolo de la Federación de Fútbol, patrocinado por Adidas, como ¿emblema nacional y marca país?