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Analistas 11/05/2021

Paro o Constituyente

Germán Eduardo Vargas
Catedrático/Columnista

La mayoría está polarizada, soliviantada o tentada por la sedición, y el hermético ‘acuerdo sobre lo «fundamental»’ resolverá de manera parcial lo coyuntural. Esa es la insoportable levedad de la ‘conversación nacional’.

Estado fallido, los principios constitucionales fueron corrompidos, las leyes desnaturalizadas y las instituciones degradadas. Heredera del «articulito», este nuevo «parchesito» podría convertirse en «asambleita», igualmente «reducida» por los riesgos del clientelismo o del oportunismo electoral.

No exijo Verdad, Justicia y Reparación. Me conformo con la *No Repetición*, excluyendo de los cargos estatales y las mesas negociadoras a los mismos de siempre, que nos encadenaron al ciclo vicioso de antiguos pretextos, «reformas» descaradas, y coaliciones o transfuguismos entre bandos que, tal como los sindicatos y el comité del paro, tampoco representan a la mayoría.

En nuestro régimen presidencialista, donde no hay independencia sino conveniencia de poderes, la rama ejecutiva es la menos decisiva y disfuncional. Los privilegiados congresistas y magistrados no rinden cuentas, sabotean las reformas que les restarían beneficios, y designan desde sus reemplazos hasta al procurador, contralor y fiscal.

Sin embargo, con sevicia, los líderes de opinión disponen como chivo expiatorio al gobernante de turno, mientras los demás pasan de agache. Verbigracia, alborotaron la reelección presidencial, pero demuestran indiferencia ante la perpetuidad legada entre los demás cargos, mediante elección popular, nombramiento o selección administrativa.

Manejando esa palanca de «cambios», los «ex» saltan de rama del poder y los gobiernos corporativos se infiltran. Además de prohibir esos micos y cambios de carril, la carrera administrativa debería desaparecer, pues impide cambiar a tanto animal: ese es el costo de oportunidad de una taxonomía estatal que, tal como el estatuto tributario, parece una enredadera plagada de conflictos de intereses.

Tras esos puntos ciegos, ciertos enemigos públicos se esconden en el anonimato», o pasan inadvertidos aprovechando nuestra obsesión con los eternos reincidentes: Gaviria, y su dictatorial neoliberalismo (Ley 100. Dinero, 8/21/2013); la burocracia Samper; o Pastrana, saboteando la paz tras rescatar bancos.

Detestado, antisocial y torcido, nuestro estado social de derecho marcha en reversa o «paro», porque la mayoría no tiene trabajo, el oficialismo y la oposición se paralizan, y los ciudadanos expresan conformidad o no neutralizan a los de siempre, votando en blanco, para materializar algún cambio mediante esa *No Repetición*.

El tal «virus» no existe, y el terrorismo de la fuerza pública tampoco persuadió a los «abstencionistas» que -además de la pobreza impuesta por los ricos- nos ponen a pagar la reconstrucción de los escasos bienes públicos y la inflación de la canasta básica alimentaria, pues, tal como demostró la toma del palacio, esas vías de hecho no ayudan.

Colombia, S.A.: Sociedad «Anonymous». Twitter, uno de los grandes inquisidores modernos, censuró la libertad de prensa de @AnonymousOpCOL. El «fundamentalista» y la «desenmascarada» deberían renunciar; también los congresistas y magistrados virtuales, y los concejales que fingen en la Plaza de Bolívar.

Duque podría ser el mejor expresidente de la historia, si nos deja en paz para siempre.

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