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Esta República lampedusiana conspira contra el supremo soberano, y el transfuguismo se neutraliza con las ratificadas interpretaciones constitucionales, sobre pobreza «mas-iva».
Tras la emergencia de 16 reformas, y varios impuestos «temporales», la ciclotimia de «Iva-n» se manifestó cambiando los títulos -Financiamiento, Crecimiento y Fiscal-, pero no la historia de acoso que ha desangrado la mensualidad de millones de madres monoparentales, quienes sostienen a la clase vulnerable ($236,040) y media ($590,100), porque evita castigar las exageradas evasión, elusión y concentración de riqueza.
Crimen de Estado, cubrirá ese déficit, «agravado», usando métodos obsoletos y contradictorios, como el Impuesto al Valor Agregado, que desconoce el % de Valor Agregado en el país, confunde necesidad básica y consumo conspicuo, y favorece la discriminación.
Como la mayoría, ellas han sido víctimas de «abuso socioeconómico». Verbigracia, el Impuesto «Rosa» lo aplican a productos estéticos/lujosos, cuyos deseos hacen realidad la cosificación e inequidad; también a los que permiten conciliar bienestar durante el ciclo menstrual. Absurdo, esta lucrativa categoría usualmente está liderada por mujeres indolentes ante las realidades que afectan a sus congéneres (como la Cultura Ciudadana de Claudia López, humillando desempleadas/subempleadas).
Ciclo vicioso, la compra de toallas cayó 20% durante la pandemia; y, cuanto menor es la «protección», emerge la «auto-exclusión». Sin embargo, las feministas rechazan la Licencia Menstrual, porque «pueden» seguir tolerando dolor, incomodidad o sarcasmo, ante el SPM: un diagnóstico tan ignorado, invisibilizado o ridiculizado, como la depresión, que tiende a consolidarse como la principal causa de discapacidad.
Menciono una referencia específica para señalar la escasa difusión de «alternativas», como la copa, para quienes los productos tradicionales generan alergia o insolvencia. A propósito, Escocia regló la gratuidad universal de los ‘Productos de Período’; ni siquiera incorporó contentillos progresivos, como los subsidios.
Aquí, ninguna magistrado, congresista o concejal, vicepresidente o alcalde, impulsó alguna medida comparable, porque se lavan las manos, tienen tapabocas y les preocupa más el papel higiénico. Entretanto, demostrando desconocimiento, y eventualmente arruinando una valiosa oportunidad para mejorar el concepto original, el Senador Benedetti copió mal la idea.
De nuevo estamos en «esos días», de caprichosas e insoportables deformas, y siento que los únicos impuestos legítimos son los de renta, eliminando los beneficios que convirtieron en maquillaje del patrimonio, capital e ingreso neto, a: la deuda, inversión y donación; el reaseguro, la pensión (voluntaria) y medicina (prepagada); la educación (privada) y nutrición (no chatarra), que hicieron del bienestar algo suntuoso.
Dejemos de patrocinar la inequidad impuesta, y el consumo «mas-ivo». Es inaceptable que sigan pensando en torno a los Óptimos de Pareto, que relativizan la pobreza ofreciendo miserables Devoluciones o Rentas Básicas a la mayoría, y sustentando con exclusivos estímulos al «19%» de la población en «situación de riqueza».
Tras su polémica placa en la Línea, «IVA-n» no tira la toalla: «grabará» su nombre en la canasta familiar. Exijamos calidad de vida, y rechacemos los impuestos a la base de la pirámide, cuya situación no es color «rosa», y ni siquiera ve luz al final del Túnel.