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Analistas 07/11/2020

Desastres: desestrés y «de-a-tres»

Germán Eduardo Vargas
Catedrático/Columnista

Imagine que encuentra una lámpara, y un genio promete concederle tres sueños. No sea codicioso: iluminado por la gracia, transfiera su oportunidad de realizar deseos a quienes más lo necesitan. Como por arte de magia, a la una, a las dos y a las tres, intente otra vez.

El tres ha sido considerado misterioso y divino: Pitágoras le atribuyó unidad y armonía; los creyentes proyectaron la trinidad (y las tentaciones), y el idolatrado alquimista Newton consignó tres leyes deterministas. Ahora, aunque rige la incertidumbre, sabemos que las secuencias de ADN están compuestas por tres uniones covalentes, y el gen egoísta de la economía se diseminó mediante tres letras: PIB, TIR o US$, entre otros símbolos trilíteros.

Sí, las triadas representan formas arquetípicas que conectan nuestra intuición, emoción y razón; y, de manera práctica, nuestras decisiones son alteradas por el albedrío, la restricción y la duda. Para ilustrarlo, recuerde la paradoja de los programas tipo “Let’s Make a Deal”, donde un concursante debe escoger una puerta entre tres, para descubrir un premio o someterse al ridículo, después de que una mano visible revele un sabotaje tras el cual, eventualmente, modificaría su elección original.

Aplicado al contexto actual, le propongo sortear estos falsos «trilemas»: 1. ¿Duque y Claudia han sido desastrosos, desafortunados o desgraciados? 2. ¿Hubiera intervenido el covid, la embolia de la economía real o la inflamación financiera (bursátil, inmobiliaria y de deuda)?; 2. ¿Habría priorizado volver a la abyecta «normalidad», salvar más vidas o asegurar que los sobrevivientes vivieran de manera digna?

Es probable que su respuesta apele a la relatividad; a propósito, la famosa ecuación de Einstein también contiene tres letras. En fin, afrontamos «desastres» sistémicos y necesitamos «desestrés» para pensar con claridad, erradicar las reacciones destructivas (que polarizan debates, hieren seres vivos o arruinan activos públicos), y resolver.

De a tres en tres, apliquemos el principio de la película ‘Pay It Forward’. Su moraleja, simple y práctica, consiste en dejar de quejarnos, señalarnos e inventar excusas; también invertir de alguna manera valiosa, sin otro interés que resolver una necesidad significativa de tres personas, ojalá desconocidas, y promover que multipliquen esa lógica con tres personas.

En lugar de perder el tiempo leyendo o escribiendo «tri-nos», impulsar el tráfico de esas «a-p-p» y apalancar la concentración del poder en sus «free scale networks», cuyos servicios aíslan, confinan y no son tan gratuitos, quizás en tres días, tres meses o tres años, «tú, yo y nosotros», hayamos contribuido a que algo cambie en el mundo real, donde olvidamos valorar la interdependencia, equidad y sustentabilidad.

#IdeasParaAvanzar. No se corrompa. Aprenda a perdonar, dar y recibir. Y pido a la comisión tripartita, de concertación de política laboral, que haga «tri-zas» la obsoleta, ineficiente e inhumana jornada: propongo tres días, tal como un reconocido billonario (Slim calls for a three-day working week. Financial Times, 18/7/2014), o los sindicatos germanos, como evolución ante al cambio estructural forzado por la recesión biológica, digital y ambiental, y sus impactos en el desempleo, la inequidad y la insostenibilidad.

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