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ANALISTAS

Institucionalidad y mercados

miércoles, 19 de diciembre de 2012
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Las democracias tienen tres ámbitos de acción independientes pero superpuestos y complementarios: Estado, mercados y ciudadanía; que a su vez se agrupan como sector público, sector privado y sociedad civil; en donde, en países como el nuestro, hoy en día el Estado debe servir a los ciudadanos, entre otras, como regulador y su vez árbitro proactivo de fallas o excesos de los mercados o de ellos mismos.

 
A la luz del Nobel en economía 1993, Douglas North, esos pilares democráticos: Estado, mercados y ciudadanos, están conformados por cuerpos u organismos que representan intereses, sean políticos, económicos, sociales y/o educativos; los cuales interactúan permanentemente con otras instituciones formales derivadas de la regulación que rige cada actividad, a su vez complementadas por instituciones informales propias de la costumbre.
 
Lo institucional y la institucionalidad de ahí derivada, subordina entonces las organizaciones que cumplen objetivos y misiones propias de cada entorno de acción, lo cual se realiza a través del entramado normativo, las reglas de juego y los hábitos propios de todas las actividades, en todos y cada uno de los diferentes espacios público, privado y/o de la sociedad civil. 
 
De ahí que a la institucionalidad se le confiera carácter normativo-administrativo, al darle sentido y determinar el orden social preestablecido, pero además el patrón de crecimiento económico.
 
Por lo tanto, la institucionalidad está intrínseca e íntimamente relacionada entre otras, con la fijación y organización de la estructura de incentivos que determina las oportunidades en las sociedades, al fomentar los organismos que aprovechan estas coyunturas, materializados con el surgimiento y gestión de las entidades que representan, amparadas por la matriz institucional.
 
Así es cómo la institucionalidad somete el desempeño de la economía y los mercados, debido al efecto que tiene sobre los costos de operación y producción, que aunados a la tecnología utilizada determinan los costos de transacción y transformación, constituyentes del costo total.
 
Los mercados se comportan conforme la fortaleza o debilidad institucional, con organizaciones que incentivan el crecimiento y desarrollo económico equitativo, sostenible y sustentable, que conviven a su interior con otras que lo deterioran al favorecer zonas grises y limitaciones productivas y al trabajo proclive al conocimiento. Una eficaz estructura normativa además de premiar el éxito, debe impedir el desarrollo de las partes mal gestadas en las organizaciones.
 
Sin embargo las instituciones evolucionan de forma incremental, es decir no discontinua ó disruptiva, propia de revoluciones y conquistas. Es así como las normas formales es posible que cambien pronto, pero los imaginarios informales arraigados en las costumbres y tradiciones representan mayor resistencia.
 
Para North el cambio incremental se genera principalmente en las percepciones de empresarios en organizaciones políticas y económicas, quienes señalan cual cambio podría redituar beneficios o mejoras con modificaciones marginales del marco institucional prevaleciente; sin embargo, el cambio fundamental a largo plazo, está en el correcto aprendizaje de los individuos y los empresarios.
 
Por lo tanto la relación entre institucionalidad y mercados permea todos los entornos donde éstos operan, siendo aconsejable revisar de forma continua y sistemática, en especial la solución de las fallas de los mercados en los diferentes escenarios en la toma de decisiones, originados en problemas de: temporalidad, racionalidad limitada, derechos de propiedad y/ó estructura de mercado. 
 
Pero en particular estimo prudente analizar aquellos casos donde la estructura del mercado permita asimetrías de información entre los jugadores, mercados donde una parte sabe más sobre el valor atribuido que la otra, con lo cual logra unos ingresos cuestionables por ocultar información, con el clásico problema de agencia y riesgo moral allí implícito.
 
Resulta entonces conveniente y muy saludable, cuestionar permanentemente a las instituciones como lo proclamó Charles E. Lindblom, criticar aquellas que hacen parte de las democracias pero son inútiles o las limitan; sobre todo las disciplinas sociales convertidas en una institución de la élite dominante, que constituyen una industria confusa que sin entrar en maniqueísmos no sabe que es malo ó bueno.
 
Nota: Les deseo feliz navidad y un año 2013 lleno de paz, amor y realizaciones.

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