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Analistas 07/05/2021

Sacarle sangre a un anémico

Analista LR

En estos momentos aumentar impuestos, cualquier clase de impuestos, o inventarse unos nuevos, es como sacarle sangre a un anémico que necesita un reconstituyente.

Cuando se nos viene encima una catástrofe como la que estamos viviendo ningún sector de la sociedad sale indemne. Todos cargan su dolor, aumentado ahora por las complicaciones de orden público. Unos más y otros menos. Es el precio de sobrevivir en medio de la mortandad.

Además, es preciso reconocer que, como situación excepcional, una coyuntura de esta clase necesita que le apliquen remedios igualmente excepcionales, aunque no sean los más ortodoxos. La crisis solo se supera actuando con prontitud, decisión y plena conciencia de sus efectos si son usados equitativa y correctamente. Porque nada se gana manteniendo a flote un sector mientras se hunden los demás. Cuando se llega a estos extremos, en medio de un mar tormentoso, la parcialización es un pecado suicida.
Se explica la preocupación de los gobiernos por sanear sus finanzas, de manera que puedan obtener recursos para lucirse administrándolos con pulcritud y eficiencia. Es el abecé de los manuales impositivos.

Pero esto, que suena como una simpleza obvia en tiempos normales, resulta absurdo en circunstancias atípicas cuando, precisamente por salirse de lo ordinario, exigen un tratamiento especial que atienda a las causas del mal.

Si entramos a velocidad desaforada en una depresión como jamás la habíamos sufrido, no saldremos de allí aplicando las políticas que se recetan para superar una inflación, por más que en otras circunstancias hayan producido excelentes resultados. Las medicinas suministradas para aliviar o sanar la enfermedad equivocada solo causarán mayores males.

Estas no son reflexiones de especialistas de alto vuelo. Lo dice y lo repite el sentido común.
Y para no entrar en discusiones interminables, detengámonos un momento a responder la pregunta que surge cuando se comienza a hablar de impuestos en medio de una deflación: ¿tiene el contribuyente con qué pagar más tributos? El interrogante es válido cuando, por todas partes, se escuchan las quejas sobre las consecuencias de la crisis, que comenzó como una epidemia suave y de corta duración y ahora parece profunda y eterna. Una insaciable devoradora de ahorros .

Si el ciudadano físicamente no tiene fondos ni siquiera para los gastos de subsistencia ¿de dónde sacará el dinero para cumplirle al Fisco? Si la pequeña empresa está al borde del cierre ¿cómo consigue los recursos para pagar más? No suena motivador de una recuperación económica decirle al empresario que trabaje duro para superar las dificultades que lo agobian, recupere o aumente sus niveles de producción, mantenga a sus empleados trabajando en puestos que sostiene con subsidios y apoyo institucional, si como perspectiva inexorable tendrá que pagar más impuestos. Y mucho peor si, como música de fondo, suena el estrépito de marchas y motines.

No es el mejor de los estímulos para una recuperación económica sino, más bien como un remedio aplicado a casos diferentes a los que prescribe el vademecum de tratamientos para estos males. Algo así como sacarle sangre a un enfermo de anemia en cambio de suministrarle un reconstituyente.

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