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Analistas 14/10/2022

La tierra prometida

Francisco Mejía Sendoya
Expresidente del Banco Agrario de Colombia

Ha dicho la ministra Cecilia López que la reforma agraria se hará en condiciones de mercado porque a nadie se le expropiaran sus tierras. Solo que se pondrá un impuesto predial acorde con lo que la tierra debe producir, de tal manera que aquellos que no puedan pagar el impuesto por no ser suficientemente productivos, tengan que vender sus tierras. Vaya mercado aquel donde un burócrata determina cuanto debe producir un activo para de esta manera poner un impuesto acorde con esa supuesta producción, y al mismo tiempo esta dispuesto a comprar el activo. Eso por su puesto de libre mercado no tiene nada, es en realidad una expropiación parcial porque vía impuestos van a definir el precio que quieran pagar por el bien. Y puede hasta poner en peligro la seguridad alimentaria del país.

Pero analicemos ahora el monto del cual habla el gobierno para comprar las tierras que es de 60 billones. A ese monto habría que agregarle otros 30 billones para dotar a los nuevos dueños de unos elementos para que tengan mas probabilidades de poner a producir las tierras como son tecnología, maquinaria, riego, asistencia técnica, capital de trabajo, ganado de calidad genética si el proyecto es de ganadería, adecuación de tierras, infraestructura etc. Eso nos da 90 billones de pesos. Y si tenemos en cuenta que con eso se van a comprar 3 millones de hectáreas, y asumiendo que cada beneficiario tenga en promedio 20 hectáreas, entonces estaríamos hablando de 150,000 beneficiaciarios (la ministra habla de 140 mil). ¿Quien se opone a que el campesino tenga tierra en Colombia? Nadie!, y menos si nos dicen que con eso si llega la paz verdadera.

Pero dejemos las emociones a un lado y apelemos a la razón. Lo primero es decir que el campesino ya tiene tierra en Colombia. La ultima encuesta de hogares del DANE revelo que hay 1,9 millones de pequeños productores agropecuarios. Las tierras de las cordilleras por ejemplo, que son de alta fertilidad y donde están los cafeteros, son mayoritariamente detentadas por pequeños productores. Con ese contexto, lo que nos propone el gobierno es gastarse 90 billones de pesos para agregarle 150 mil nuevos campesinos al censo, ósea crecerlo en un 7,8%. Creo que ni el mas sesgado ideológicamente, ósea aquel que cree que la violencia en Colombia es por un problema de tenencia de la tierra, cree en su sano juicio que la paz llega como por ensalmo si se crece en 7,8% el numero de pequeños productores. Claro que la paz no llegara por esta vía, ni con este ni con mas crecimiento, porque la violencia hoy en Colombia es por el narcotráfico y por esa costumbre que tenemos de dar impunidades periódicamente para que el crimen sea buen negocio.

Pero hay un problema adicional, aun suponiendo que el gobierno logra la hazaña de llevar tecnología, riego, asesoría técnica, infraestructura…etc (lo cual a juzgar por el record de capacidad de ejecución histórico de Petro y su locuaz ministra es bastante improbable) hay un ingrediente que el estado jamás podrá comprar para nadie que es la capacidad de emprendimiento. Por alguna razón en las ciudades creen que un campesino productor agropecuario es un ser inferior profesionalmente en el sentido de que solo con su fuerza bruta hace producir su predio. Nada mas falso que eso, ellos son unos micro o pequeños empresarios como los de las ciudades, que tienen que asumir riesgos, tener conocimiento y experiencia, tomar decisiones correctas en materia de planeación financiera o contratación de personas, tener disciplina, resiliencia… etc. Y nada de eso lo da la asistencia técnica.

Creer que se pueden crear emprendedores por decreto es el principal error que ha llevado al fracaso todas las reformas agrarias, y esta no va a ser la excepción. Además, estos nuevos propietarios tendrán una desventaja frente a los de anteriores reformas; tendrán que llegar a pagar los altos impuestos que se invento la ministra para que el propietario original malvendiera su tierra.

Cuantos conservaran el predio y lograran ser productivos? No creo que sean mas del 60%, es decir que al final se beneficiarían unas 90 mil personas. Y esto es realmente optimista si es que la ministra Cecilia López termina haciendo lo que dijo en este diario: que la propiedad no seria individual sino colectiva. Ese ensayo de la propiedad colectiva y no privada llevo a la China de Mao a una tremenda hambruna. Eso ha sido un desastre en todas las partes donde se ha hecho.

Ahora veamos el costo de oportunidad de esta política, ya que ningún proyecto publico o privado se puede calificar sin evaluar su costo de oportunidad, por aquello de que los recursos son limitados y no crecen en los arboles. Y ese análisis si es muy fácil: quítele al presupuesto nacional en salud, educación, defensa, obras publicas etc, en el porcentaje que se quiera a cada uno, 90 billones en un cuatrienio, va a generar un impacto severo para 48 millones de colombianos. Es claramente absurdo, injusto e inequitativo, afectar drásticamente a 48 millones para que se beneficien 90 mil.

Pero Petro ya tiene la solución para esto: romper la regla fiscal y emitir mas deuda para financiar la compra. Ósea pongamos la plata a crecer en los arboles, al fin y al cabo, Petro no tiene la impresora de billetes, pero si tiene la de TES, que para el caso también sirve. Pero acá la cosa se complica aun mas, porque la disparada del déficit fiscal crearía un desequilibrio macroeconómico que le saldría mas caro a los 48 millones de compatriotas, con el agravante de que uno de los males seria la inflación, que ya sabemos que impacta particularmente a los mas pobres. Así las cosas, la plata para comprarle finca a 150 mil personas, de los cuales realmente se beneficiarían 90 mil, saldría del bolsillo principalmente de 20 millones de colombianos pobres, que vía inflación seguramente tendrían que suprimir una comida diaria. Eso claramente clasificaría para el compendio Borgiano de la historia universal de la infamia.

Queda claro que esa compra de tierras en esa magnitud es un delirio ideológico que aumentaría la pobreza y la desigualdad en Colombia. Pero luego de escuchar las teorías de decrecimiento de este gobierno, no sorprende que promuevan este exabrupto. Lo que si sorprende es que el presidente de Fedegan se haya prestado para ello, y que haya llegado hasta la loa personal para Petro e Iván Cepeda. Con el agravante de que al validarle a Petro la narrativa falsa de que la paz solo es posible con la entrega de tierras, allana el camino para la expropiación el día de mañana en nombre de la paz.

Que hacer entonces en el campo es la pregunta. Pues lo lógico es invertir en hacer productivos a los casi dos millones de campesinos que ya tienen tierra, sin que eso signifique no se puedan hacer entregas de predios en casos puntuales, pero sin quebrar el país. El gobierno del presidente Duque logro un avance enorme en la solución del verdadero problema que tiene el campo que es la comercialización. Con una inversión que rondo los 100 mil millones logro encadenar a 300 mil campesinos en esquemas de agricultura por contrato, ósea con una inversión marginal logro beneficiar al triple de los campesinos que se beneficiarían con una inversión que equivale a 6,1% del PIB!!. En el Banco Agrario empezamos a darle crédito a jóvenes emprendedores sin tierra con un contrato de arrendamiento y eso dio muy buenos resultados, esa política se puede fortalecer con un descuento a capital del crédito. También es importante no espantar la inversión empresarial en el campo; miles de campesinos cuyas pequeñas fincas eran improductivas se han beneficiado del encadenamiento con las grandes empresas productoras y exportadoras de aguacate hass por ejemplo, y eso no le ha costado un solo peso al gobierno, todo lo ha hecho el mercado, pero para eso debe haber confianza.

El campo no necesita ideología, los campesinos de Colombia lo que necesitan es tecnología, riego, vías, mas agricultura por contrato, mas crédito para arrendar y comprar tierras, y confianza para que las empresas sigan invirtiendo y ellos se puedan integrar en las cadenas de valor que estas crean y se beneficien también de los empleos formales que generan.

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