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Analistas 15/01/2016

¿Que pasó con el Senado para la historia?

Analista LR
La República Más
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Cuando se eligió el actual Senado, se especuló mucho sobre los grandes debates que se darían en ese recinto. Lamentablemente, tras año y medio, este no ha sido el caso. El bombo que se dio no era para menos pues grandes personalidades de la vida nacional ocuparon sus curules. A pesar de esto, ha pasado de agache. Esto se debe a que los partidos en Colombia no tienen ideología.

Individualmente, hay senadores juiciosos que hacen la tarea. La camada de nombres de larga trayectoria que fue elegida, hace honor al origen de la palabra senado, que viene del latín senex o senis que significa anciano. En este contexto, se refiere a una agrupación de ciudadanos experimentados en los asuntos de gobierno. 

Los senadores no brillan debido a las bancadas. Por ejemplo, la Unidad Nacional está compuesta por partidos que no se quieren entre ellos; por esta razón nunca se ve un debate del bloque gobiernista en su integralidad. Difícil imaginarse a La U, al Partido Liberal y a CR actuando de manera coordinada. Y, para empeorar las cosas, los conservadores hacen constantes amagues de salirse.

La oposición no está en mejor estado. El Polo, que ha ejercido por años una oposición sistemática, está totalmente desdibujado. No es posible saber qué rol juega en el Senado. Apoya a Santos, incluso más que los partidos de la unidad, sin embargo es oposición. Con los verdes sucede lo mismo. A pesar de las destacadas actuaciones de la senadora López, no es claro a qué bando pertenece. 

La oposición es sana para la democracia. Tener grupos que defienden las minorías y que hacen control político a las mayorías, es crítico para el país. En verdad, el único opositor claramente definido es el Centro Democrático, liderado por el expresidente Uribe. 

Esto merece una reflexión particular, ya que quien hizo posible la primera elección del presidente Santos es hoy en día el jefe de la bancada opositora; un claro signo de lo poco que importa la ideología en Colombia. Solo en países con partidos débiles y sistemas deficientes, puede suceder que tras cinco años, la postura ideológica más alejada del actual gobierno sea la misma que le dio origen.

El principal problema del sistema político colombiano y la razón por la cual el Senado pasa desapercibido consiste en que la ideología partidista no existe. El voto preferente, combinado con un alto número de partidos, lleva a una mezcolanza que no les permite a los senadores compartir una  identidad o congruencia en sus posturas. 

A pesar de las deficiencias de liberales y conservadores durante el bipartidismo, estos representaban una ideología. Los debates al interior del Senado hacían que las bancadas se enfrentaran respecto al rol del Estado y de la sociedad en general. Hoy no es así.

A menos que la Unidad Nacional se logre articular y que el presidente Santos transmita una ideología, más allá de un mensaje de paz, la bancada gobiernista no podrá defender la obra del ejecutivo desde una posición clara. Igual sucede con la izquierda: o hace oposición constructiva o se vincula a la Unidad Nacional. Su postura de “agua tibia” no representa a sus electores.

Lo más seguro es que estos cambios no se den y el denominado “Senado para la historia” se convierta en uno más. Pero aún si se dieran, no se resolvería el problema de fondo. Hasta tanto no haya dos o tres partidos políticos fuertes, con ideologías claras ante el electorado, podrán existir senadores que brillen, pero nunca una corporación que realmente sea un recinto de constante lucha de ideas.

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