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Analistas 14/12/2016

Ejemplo Navideño

Eric Tremolada
Dr. En Derecho Internacional y relaciones Int.
La República Más
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En vísperas de la Navidad de 1914, en la primera guerra mundial, las tropas del imperio alemán y las británicas estacionadas en el frente occidental produjeron unos armisticios informales (no determinados por el Alto Mando) exponiéndose sobre la línea de trinchera y al alcance de las armas enemigas.

En Ypres (Bélgica), las tropas alemanas comenzaron su celebración navideña decorando sus trincheras y cantando Stille Nacht (Noche de paz), que fueron respondidos desde las parapetos británicos con villancicos en inglés. De esta manera espontánea ambos lados gritaban saludos de Navidad -y sin medir los riesgos- se llamaron a intercambiar regalos en la denominada tierra de nadie. La tregua garantizó el silencio de la artillería en la nochebuena, mientras compartían güisqui, cigarrillos y lo más importante, recuperaron caídos, los enterraron y les rendían respeto mutuo.

La tregua se dio a pesar de la oposición de los superiores de los ejércitos, y se propagó hacia otras regiones. Se dice que en algunos casos no solo se dio por la nochebuena, sino que duró hasta año nuevo o inicios de febrero. Libros, películas, videos y canciones recuerdan este armisticio que rompió las lógicas de las jerarquías militares y “de abajo hacia arriba” permitió, entre otras cosas, cambiar entre fuerzas enemigas trincheras y balas por balón y partido de fútbol.

Ejemplo de humanidad que recuerda que las guerras las determinan todos menos los combatientes, de ahí que insistamos que es hora de que los colombianos nos responsabilicemos de una guerra que alimentamos o ignoramos a favor del cálculo político de unos y el interés de otros: ¿Estamos dispuestos a seguir permitiendo que políticos oportunistas sigan polarizándonos para mantener su vigencia, que iglesias defiendan el dogma por encima de la paz, que grandes grupos económicos con “responsabilidad empresarial” financien tanto las campañas a favor y en contra del proceso de paz y logren -como sucedió en el recién refrendado Acuerdo de Bogotá- sustraerse de la justicia transicional, que taxistas y transportistas de carga, que defienden el statu quo de su “buen servicio”, se den el lujo de ligar el acuerdo de paz con las presiones que ejercen en contra del Gobierno?

Sigamos el ejemplo que “desde abajo y hacia arriba” nos señalaron -hace un siglo- los soldados alemanes y británicos; hagamos una tregua entre los sectores de la sociedad civil, defendamos un acuerdo de paz que se centró en las víctimas y la desmovilización de los armados, exijamos su rápida implementación y no permitamos que el año que empieza sea, como lo anotamos el 14 de enero pasado, el “fin y principio de lo mismo”, y que el 2017 irrumpa con los sinsabores que tuvimos a lo largo de este 2016 y de los años pasados. 

Recordando lo escrito en esta columna y pensando en los 8,2 millones de víctimas y los 6,9 millones de desplazados, el equipo negociador del gobierno logró, con fundamento en el derecho internacional de los derechos humanos y el derecho internacional humanitario, que las Farc aceptarán -después de medio siglo de guerra- que su lucha generaba víctimas, que tenían que brindarles verdad, pedirles perdón, repararlos y someterse a la justicia, todo previa entrega de las armas y confiar que lo acordado -y lo más grave, su seguridad- sería garantizado por los gobiernos que combatían. No confundamos resistencia civil (de abajo) con resistencia vil (de arriba), esta última indigna, infame y despreciable.

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