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El Presidente electo invita a la ciudadanía de la República al dialogo. La invitación no la formula en abstracto. Es una invitación abierta a dialogar a la ciudadanía de las regiones, no excluye a nadie. Es amplia, generosa, pluralista, tolerante e incluyente. Es un ejercicio democrático participativo que, sin negar las instituciones propias de la democracia representativa de la república, no reduce el dialogo a las instituciones del gobierno. Su invitación es a los residentes de las regiones, a la gente.
Esta invitación puede resultar de igual importancia a la que se realizó antes de la convocatoria de la Asamblea Nacional Constituyente. En el marco de la constitución política vigente, que admite que el constituyente, la ciudadanía, delibere y decida. No en vano la soberanía de una república reside en el pueblo y de este emanan sus poderes públicos. Y, el pueblo no es otro que la ciudadanía de las regiones
Colombia es un país de regiones. Esto está a la vista, no requiere probarse. El país real, tiene marcadas identidades regionales. En cambio, el país institucional no es regional, es centralista, lo que es una contradicción que debilita la república y nos ha mantenido en conflictos políticos, exclusiones, desigualdades, violencias y corrupción, sin solución y la mejor forma de superarlos es un dialogo con las regiones, no en contra de las regiones desde élites centralistas. Es un acierto la invitación presidencial.
Los resultados electorales presidenciales manifiestan una clara división política, las regiones Caribe, Pacífico, Bogotá y Amazonía eligieron al presidente, y los Santanderes, Llanos, Antioquia, Eje Cafetero, Tolima y Huila, Boyacá y Cundinamarca votaron por Rodolfo Hernández. Coincide con el mapa de pobreza del país. Se escuchan voces en las regiones exigiendo representación legítima de autonomía regional, como las recientes de una Antioquia Federal. Antes la región Caribe ha pedido su derecho a la autonomía. El dialogo regional es una alternativa necesaria. Es el camino. La palabra lo es todo, el mundo y el hombre se crearon en la palabra. El Génesis nos lo enseña, al comienzo todo era oscuridad y Dios dijo: <<Que haya luz>>. Y, hubo luz. Entonces Dios al sexto día dijo: <<Ahora hagamos el hombre a nuestra imagen... Cuando Dios creó al hombre, lo creó a su imagen>>.
Los diálogos regionales deben ser el camino necesario para que las instituciones políticas de la república se construyan a la imagen y semejanza de lo que somos, un país de regiones para lograr parecernos en instituciones a lo que somos.
Todo es palabra. El lugar de residencia del hombre en la tierra es el habla. La falta de una palabra en una constitución política puede traer consecuencias nefastas, como ha traído la ausencia de palabra autonomía regional. Pablo Neruda nos lo recuerda: “Una idea entera se cambia porque una palabra se trasladó de sitio, o porque otra se sentó como una reinita dentro de una frase que no la esperaba y que le obedeció. Tienen sombra, transparencia, peso, plumas, pelos, tienen todo los que se les fue agregando de tanto transmigrar de patria…”.
Qué bella será nuestra Constitución Política y qué bello país será viviendo en paz, si las autonomías regionales para fortalecer la unidad nacional y garantizar la libertad política de la ciudadanía de regiones, nacieran de diálogos que realiza Petro. La palabra autonomía regional es mágica, su fuerza liberadora despertará las potencialidades de desarrollo de las regiones. Su figura transcenderá a la historia si bajo su Presidencia se lograra y vivirá en el recuerdo.