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Analistas 20/06/2018

La nueva realidad política

Eduardo Verano de la Rosa
Gobernador del Atlántico

Lo real en la política es el resultado del accionar de la ciudadanía. Por tanto, tiene necesariamente que ser aceptado por todos, sin excepción. Y es en esa realidad que el nuevo presidente de la República de Colombia es el señor Iván Duque Márquez.

Lo real en la política colombiana es que ha sucedido un conjunto de fenómenos que van más allá de la elección de un presidente. Cada cuatro años hay uno, es una de las reglas de juego de nuestra democracia. Lo realmente significativo es ese conjunto de fenómenos políticos manifestados en este debate, que deben ser observados con atención.

El fenómeno es más rico que la ley porque esta última solamente toma en consideración los elementos que permanecen estables en la realidad y no las manifestaciones complejas y múltiples de lo que ocurre. Es una sabia reflexión del filósofo alemán G. F. Hegel en su magna obra Ciencia de la Lógica. Él lo aprendió de los griegos, sobre todo de Heráclito. La política y la historia carecen de leyes, lo enseñan Hannah Arendt y Karl Popper, por ende la realidad debe ser examinada en su complejidad.

En esa complejidad colombiana se manifiestan fenómenos políticos que no pueden ser eludidos, uno de ellos, la construcción de un nuevo mapa político: la izquierda, en un fuerte bloque antisistema, se ha presentado con una gran fuerza que se constituye en una seria alternativa de poder. En tiempos de populismo esto no puede ser ignorado. No hay que alarmarse, esto es consustancial a la democracia.

La democracia garantiza a todas las opciones políticas a que tengan el derecho a ser alternativa de poder. Les ofrece encontrar un sistema garantista de derechos y libertades y un complejo andamiaje de frenos y de contrapesos que impida la destrucción de las instituciones.

En este panorama político se hace imprescindible tomar en consideración otro fenómeno que está consolidándose: la personalización de la política y la destrucción de los partidos políticos. Esta realidad de origen latinoamericano parece profundizarse en Colombia, es negativa para la democracia, la destruirá y le abrirá el camino al totalitarismo, si no se adoptan, con urgencia, reformas institucionales que superen este serio peligro.

Antes de Hitler, existieron en Alemania unos filósofos conocidos como los anunciadores del fuego, lo advirtieron y no les prestaron atención, y el Tercer Reich triunfó.

La personalización de la política y la destrucción de los partidos tienen raíces institucionales. No son otras que el Centralismo y el fortísimo poder institucional del presidente de la república en el presidencialismo colombiano.

La Federación Nacional de Departamentos (FND) y, en especial, los gobernadores de la Región Caribe lo han venido advirtiendo. “No nos prestan atención”, se dice en todo momento. Estimo que el nuevo mandatario escuche estas voces.

La democracia colombiana tiene un nuevo mapa político. Una nueva realidad ha nacido derivada de nuevos fenómenos. Es un compromiso de la Nación rediseñar el Estado y sus instituciones y darle oportunidad que se institucionalice el Estado Constitucional de Derecho, políticamente descentralizado y con una seria democratización del poder político en beneficio de los derechos y las libertades. Esta puede ser la ruta para cerrarle el camino al totalitarismo.

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