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Analistas 25/01/2023

Predicciones de aficionados

Eduardo Lora
Economista

Formo parte de un grupo interesado en asuntos de política pública, que se ha reunido semanalmente desde que empezó la pandemia, por iniciativa de Armando Montenegro. En su mayoría somos economistas con experiencia en el gobierno o la academia, y solo unos pocos se definirían a sí mismos como profesionales de las predicciones económicas.

No obstante, por segundo año consecutivo hemos hecho nuestras proyecciones sobre unas pocas variables para el año que empieza. Estos son los promedios de las proyecciones para 2023: crecimiento 1,8% (hasta el tercer trimestre, dado que los resultados oficiales salen con algunos meses de retraso), inflación 10,5%, tasa de cambio a fin de año $5.106, y tasa de intervención de política monetaria 10,5%.

En esta ocasión también hemos preguntado si se firmará un acuerdo de paz con el ELN (solo 10% de los participantes cree que sí), quién será elegido como Alcalde de Bogotá (el favorito del grupo es Carlos Fernando Galán, seguido muy de cerca por Juan Daniel Oviedo) y si José Antonio Ocampo estará todavía en su cargo a fin de año (opiniones exactamente divididas).

Nuestras predicciones son anónimas (únicamente el administrador de la encuesta sabe los nombres) y al final tan solo se revela quiénes hicieron las mejores predicciones. No voy a mencionar aquí los nombres de los ganadores en 2022, pero sí un dato curioso: quien hizo (en conjunto) las mejores predicciones no fue un economista sino un abogado. No creo que esto haya sido una coincidencia: en otro ejercicio de predicción económica en el que participé el año pasado (sobre los efectos del salario mínimo por ciudades), quien ganó fue un ingeniero ambiental.

Podría pensarse que en tierra de ciegos el tuerto es rey: si los que estamos ahí somos tan malos economistas, no es una sorpresa que nos ganen profesionales de otras disciplinas. Pero creo que hay más que eso. De hecho, como se ve en el cuadro, nuestras proyecciones fueron un poco mejores que las de “consenso” de 19 instituciones económicas y financieras reseñadas en la publicación “Consensus Forecasts” (de Consensus Economics, Inc.). Estuvimos más cerca en las proyecciones de crecimiento, inflación y tasa de cambio; apenas estuvimos más lejos en la predicción sobre la tasa de intervención.

Pero hay algo más importante que eso: aunque en promedio tanto nosotros como las instituciones especializadas hicimos predicciones bastante malas, en nuestro grupo la mejor predicción de cada variable fue mucho más acertada que la mejor predicción de cada variable entre las 19 instituciones.

Me parece que estos resultados ratifican los hallazgos del psicólogo Philip Tetlock, quien durante décadas ha analizado quiénes son los “superforecasters”. No son los expertos, ni los especialistas en el tema en cuestión. Son la gente curiosa, que tiene la mente abierta a diversos enfoques y fuentes de información, y que no le importa desviarse de la opinión predominante. El símil que utiliza Tetlock es que los mejores pronosticadores no son puercoespines sino zorros: los primeros solo saben una estrategia, los segundos son recursivos e improvisadores. Veremos dentro de un año si esto se cumple nuevamente.

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